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El Telégrafo
Samuele Mazzolini

Rusia y RT: del dogma y otros demonios

09 de diciembre de 2014

Ni siquiera las hondas críticas que he dirigido al Gobierno Nacional en este periódico habían atraído respuestas tan sañosas como las que me han caído por tocar a RT y Rusia hace dos semanas. Curiosa es la vida: en nuestra pequeña república, se defiende con más ardor a un lejano sátrapa que al Presidente más popular de su historia. Aunque la torpeza de esas intervenciones invite a un silencio de mi parte lleno de vergüenza ajena, me he animado a responder porque la cuestión es política y va incluso más allá del juicio que se pueda tener sobre Rusia. Por eso mismo, no me detendré en contestar a las provocaciones más míseras y a los apelativos denigratorios.

Para comenzar, un pequeño detalle. El artículo que cito y que el señor Terán alega no llevar el significado que le atribuyo, ha sido enmendado, así como lo escribo en mi columna y como se afirma en la misma página web del artículo. Enmendado, es decir cambiada, modificada la versión original.

Pasando a la sustancia: emerge el convencimiento de que Rusia represente un contrapoder al cual aferrarse para luchar en contra del imperio. Comparto solo en parte esa posición. Ya sea que se atribuya el histórico despotismo ruso a factores estructurales o síquico-culturales,  Putin ha devuelto a Rusia el estatus de potencia mundial a golpe de intimidaciones, encarcelaciones y asesinatos. No el horror estaliniano, pero tampoco la democracia por la cual se supone que luchamos. ¿Es oponerse al autoritarismo un ejercicio eurocéntrico, mi querido Alexis? Me extraña que esa acusación venga de un destacado defensor de los DDHH que, en las épocas obscuras del febrescorderismo, luchó con valentía justamente en contra de la misma barbarie.

Lo que es peor, sin embargo, es que el autoritarismo de Putin no ha ido en beneficio de los estratos más humildes, sino de una particular coalición de intereses elitistas, ubicados en la cúpula de la oficialidad estatal y en las corporaciones privadas afiliadas al régimen. Según una reciente investigación, en Rusia, 110 individuos controlan el 35% de la riqueza nacional. Sin contar que, señor Albornoz, el oportunismo que inspira la política exterior de Rusia recientemente ha llevado Putin a financiar a nada menos que el partido de Marine Le Pen.

Ahora bien, ¿el enemigo de mi enemigo es mi amigo? No soy tan ingenuo para no darme cuenta que la real politik es indispensable para la consecución de cualquier proyecto político. Pero hay dos planos que mis críticos pasan por alto: el primero es que se puede conducir real politik sin la inútil e hipócrita efusividad simbólica, que enajena a todos aquellos que de verdad no se tapan los ojos ante “cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo”. El segundo es que se confunde cuál es mi papel, que es del análisis y del debate, pues yo no estoy aquí representando una línea oficial.

Este último punto nos conduce a un grave defecto que se está desarrollando en el seno de la Revolución Ciudadana. Cuando ya deja de haber una distancia entre la línea oficial y el debate, cuando los militantes compran sin un mínimo de criticidad lo que diga el poder, se establece un dogma, premisa para la degeneración de cada experimento revolucionario. EL TELÉGRAFO es digno y prestigioso, señor Terán, no a pesar de mi intervención, sino justamente porque se rehúsa a impedir las afirmaciones contra los ‘intocables’, manteniendo libre el espacio de la discusión.

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