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El Telégrafo

Rusia y Putin

10 de junio de 2013

El 12 de junio es el día de Rusia. Vale la pena recalcar que se trata del más vasto país de la Tierra, con once usos horarios desde Europa hasta Asia.

Desde hace mucho tiempo que sus recursos naturales por habitante son diez veces mayores que los de un norteamericano y veintiocho veces que los de un europeo; son un apetitoso bocado para las potencias imperiales; además posee los más extensos bosques y las mayores reservas de agua dulce del planeta, lo que nadie le puede arrebatar por la fuerza y que para obtenerlos se debe convivir con ella, algo que no se desea por mirarla como al odiado enemigo de antaño, al que todavía se trata con desconfianza y de reojo. 

Lo cierto del caso es que cuando en Occidente se critica a Rusia (o también al Ecuador) por su falta de libertad, democracia y autonomía judicial, en realidad lo que se está es conspirando para robarle sus riquezas.

Desintegrar Rusia -lo mismo que se hizo con Yugoslavia y la URSS- fue parte del engranaje de la rueda macabra de los que exigían a gritos su destrucción, pues su sola existencia obstaculiza la hegemonía que pretenden; desaparecería así el único competidor serio que frena sus pretensiones de dominio absoluto.

El imperio encontró la horma de su zapato cuando Putin asumió la presidencia de Rusia, pues éste, para evitar que su país se desmoronara, creó el todopoderoso Ministerio de Seguridad, su bastión básico de apoyo.

Desde ahí profundizó la persecución a los oligarcas, aliados a las mafias extranjeras, que desde la Perestroika habían saqueado Rusia, y recuperó para su país los bienes robados.

La malhadada aventura de Irak no solo favoreció a las petroleras de Texas sino que, gracias a los elevados precios del petróleo, fortificó el poderío ruso; este hecho regresó al mundo a la Guerra Fría, solo que ahora solapadamente.  

Durante mucho tiempo los rusos habían imaginado que la tan cacareada libertad de los países occidentales era un estrato político superior, que valía la pena probar e instaurar. La consiguieron, la saborearon y comprobaron que su propio mejunje es mejor. Por eso, Putin controla tan fácilmente a Rusia, porque el ciudadano medio no quiere volver a vivir bajo el régimen oligárquico mafioso que casi le quita hasta el resuello.

Actualmente Rusia forma parte del BRICS, defiende en la ONU el principio de respeto a la soberanía de los Estados, el carácter inadmisible de la injerencia en los asuntos internos de los países soberanos y el fin de toda violencia en la búsqueda de la solución de los conflictos en el mundo actual.

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