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El Telégrafo

Rompiendo las cadenas de esclavitud en el siglo XXI

12 de abril de 2012

La crisis económica en EE.UU. y Europa mostró la vulnerabilidad de los seres humanos frente al abuso de los mercados y de un sistema financiero que privilegió la especulación y se alejó de un concepto fundamental, el de constituirse en una herramienta para el desarrollo productivo.

Los mercados crecieron sin respaldo real, los inmuebles se sobrevaloraron, producto de una demanda creciente alimentada por las facilidades que daba la banca, en gran medida financista y promotora inmobiliaria, creadora de burbujas insospechables que reventaron al visibilizarse los problemas económicos en las grandes potencias.

Con el reventón comenzaron a caer los gigantes y se evidenció la inmoralidad de estos grupos económicos, así como la asombrosa pasividad de aquellas potencias que, a pretexto del libre mercado, carecieron de control en desmedro de los depositantes y de los ciudadanos.

En España, donde muchas familias quedaron sin empleo y por no poder pagar sus créditos hipotecarios perdieron sus casas, se demostró al mundo que había un sistema financiero que tan solo protegía a los accionistas de los bancos. Un sistema tan cruel como inmoral que ha pretendido crear una nueva forma de esclavitud en el siglo XXI, donde hábiles especuladores del capital hacen añicos los sueños de desarrollo de los ciudadanos.

Lo peor es que mientras el dolor de muchas familias ecuatorianas residentes en España se daba a conocer, cierta banca comenzó a ver la oportunidad de lucrarse, comprando a la banca española o a sus filiales los remanentes de las deudas de los migrantes. Deudas que seguían vigentes a pesar de haberles ejecutado las hipotecas o entregado en dación de pago sus inmuebles. ¿En qué consistía este “gran” negocio?

En comprar una deuda con un importante descuento, para que al recuperar dicha obligación a valor nominal, ejecutando los patrimonios locales de estas familias, poder obtener importantes utilidades por la diferencia entre el valor pagado por la deuda y el valor nominal recuperado.

Ejemplo: Si el banco compraba una obligación por un valor nominal de 100 con un 70% de descuento, significa que apenas pagó 30, porque al cobrar su valor nominal, es decir los 100, significaría que la institución financiera hubiera podido registrar una utilidad de 70. Negocio redondo a costa del sufrimiento de familias que tuvieron que salir del país en busca de oportunidades que en el Ecuador no le supimos dar, producto de los grandes atracos financieros.

Por esto aplaudo la decisión de la Junta Bancaria de establecer una reserva del 100% sobre los valores nominales de las obligaciones de ecuatorianos que los bancos locales pudieran comprar en el exterior, porque permite proteger la dignidad de nuestros hermanos y romper un negocio inmoral.

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