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El Telégrafo

Rohaní y las sanciones

21 de junio de 2013

¿Acabarán las sanciones, cada vez más duras, y el hostigamiento, cada vez más férreo, a Irán tras la victoria de Hassan Rohaní? Es algo que al día de hoy no se antoja muy probable y depende de dos cosas: de la política que siga a partir de ahora Teherán y de la actitud que adopte la comunidad internacional, es decir Estados Unidos.

Es evidente que Rohaní puede incidir en crear una nueva política interior y exterior, pero también está claro que no todo dependerá de él. La presidencia forma parte de un complejo sistema de poderes y Rohaní no es el único con voz y voto.

Durante la campaña electoral ha prometido cambios sustanciales, tanto en política interior como en exterior; ahora bien, el alcance que tendrán los cambios es un misterio, así como su repercusión en la vida cotidiana de sus conciudadanos. En este sentido habrá que esperar.

También habrá que esperar para ver cuál es la reacción de la comunidad internacional, es decir de Estados Unidos, y por lo que  estamos viendo en las últimas horas no se puede ser muy optimista. Cierto que la Casa Blanca ha sido conciliadora, pero una cosa son las palabras, que se las lleva el viento, y otra cosa son los hechos.

La política de castigo colectivo, que es marca de la casa de Washington desde hace ya muchos años, difícilmente va a modificarse. Basta recordar los casos de Cuba o Irak, aunque en el de Irán las circunstancias no son exactamente las mismas y el castigo lo ha podido paliar ese país, aunque sea parcialmente, gracias a la exportación de crudo.

Israel juega un papel muy importante en la política exterior americana, especialmente cuando se trata de Oriente Próximo, hasta tal punto que con frecuencia los Estados Unidos dejan de defender sus propios intereses para defender los de Israel, aunque sean contradictorios, según indican cada vez más analistas.

Un botón de muestra: ayer el diario Haaretz recordaba que durante las recientes comparecencias del flamante secretario de Defensa, Chuck Hagel, ante el Senado, se mencionó a Afganistán en 27 ocasiones.

Recordemos que en Afganistán hay decenas de miles de soldados americanos y se producen bajas cotidianamente, por lo que Afganistán es un asunto de máximo interés en Washington.

En cambio, Israel se mencionó en 137 ocasiones, un número sin duda desproporcionado, pero que da una idea de la importancia decisiva que el Estado judío tiene en la política exterior de Washington.

Dirigentes israelíes, desde el primer ministro Netanyahu para abajo, han confirmado en las últimas horas que su política con respecto a Irán no se va a moderar ni un ápice. Al contrario, exigen más sanciones, refuerzo del bloqueo y amenazas militares más concretas.

En estas circunstancias no parece razonable pensar que Estados Unidos vaya a cambiar significativamente su política con respecto a Teherán, quizá sí la de las palabras, pero no la de los hechos.

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