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El Telégrafo

Rigor histórico

06 de diciembre de 2011

Ese sigue siendo el diabólico crimen en la historia de nuestro país. El asesinato, arrastre y quema de Alfaro en Quito, el 28 de enero de 1912, se produjeron porque concurrieron macabros factores que lo estimularon. La edición del diario El Comercio del 11 de enero de ese año decía: “Y no ha de ser, pues, esta nueva traición de la Patria la que dé prestigio ni en el pueblo ni en el Ejército a un hombre execrable y aborrecible. Será, por el contrario, un poderoso estímulo para acabar de una vez para siempre con todos estos elementos nocivos para la República. Tal vez la justicia haya unido a Montero con Alfaro, para ejercer sobre ellos sus inexorables vindicaciones”. Otros periódicos de la época, ya desaparecidos, como La Prensa, hablan de la víbora en casa que es necesario triturar. El diario La Constitución, el 23 de enero del mismo año, exhorta a eliminar a los “incorregibles”.

Los medios de ese entonces estaban heridos, la revolución liberal se había impuesto y desde sus posiciones ultraconservadoras, atadas a la hacienda, no perdonaban los postulados de esa revolución que abría paso a un Ecuador distinto, el de la plantación y la necesidad de liberar mano de obra para impulsar el incipiente capitalismo.
Ahora se nos anuncia un nuevo esfuerzo editorial que incorpora documentos inéditos para el común de los ecuatorianos, como la acusación presentada por el fiscal Pío Jaramillo Alvarado, y quizá avancemos en el análisis de lo que sucedió en el macabro 28 de enero de 1912. Enrique Ayala Mora, historiador, es el editor de lo que será esta
publicación.

El próximo 28 de enero se cumplirán 100 años de la “Hoguera Bárbara” y quizá sea el momento propicio para que algunos actores, como el diario El Comercio, pidan perdón. Puede que esa sea la intención al publicar los diez fascículos que circularán embuchados a ese diario. En la presentación de la obra Ayala Mora nos propone algunos responsables del crimen, como el pueblo de Quito, aún herido por la guerra civil; la mala índole de las prostitutas y cocheros que realizaron el arrastre; las peleas entre logias masónicas; también aparecen personas como Leonidas Plaza, Carlos Freile Zaldumbide, González Suárez.

Aunque se menciona “la manipulación de las masas”, nada dice Ayala Mora de dónde vino esa manipulación. ¿Será que se piensa omitir el papel de los diarios? ¿O será que con valentía se incluirán todos esos malditos editoriales que llamaban a acabar con el “Viejo Luchador”? Veremos si sale airoso el rigor de
la historia.

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