El problema fundamental de la universidad ecuatoriana es incorporar la epistemología o teoría del conocimiento del saber científico en general y de las diferentes disciplinas, tanto en la ciencia clásica como en la del nuevo espíritu científico, que comienza con la ciencia cuántica de Max Planck, en 1900, y la teoría de la relatividad de Albert Einstein, en 1905, que amplia la perspectiva de examinar la realidad de Renato Descartes e Isaac Newton.
Alrededor de cien años después todavía muchos profesores universitarios examinan la realidad desde una sola perspectiva, con una visión fragmentaria, miran el mundo “desde el ojo de una aguja”, donde ven el árbol, pero no el bosque, como decía Manuel Agustín Aguirre o con “el saber tuerto”, creyendo que el mundo es tan solo lo que vemos, e ignorando y despreciando lo que no vemos como actualmente lo señala Edgar Morin. Todavía en el siglo XXI es válida la afirmación de Einstein quien decía que “en el siglo XX todo ha cambiado, menos nuestra forma de pensar”.
El nuevo espíritu científico considera que nadie y ninguna perspectiva es dueña absoluta de la verdad. Que debemos examinar cualquier realidad, desde varias disciplinas científicas (biología, economía, filosofía, etc.) y sistemas de pensamientos (mágico y mítico, racional, empírico, intuitivo, científico clásico y pensamiento complejo). Einstein decía que “toda explicación tiene un campo de aplicación y un límite a partir de la cual es reemplazada por otra explicación, que también tiene un campo de aplicación y un límite, y así sucesivamente”.
Inicialmente tomó más conciencia con Gastón Bachelard en 1932 y posteriormente Edgar Morin, quien sistematizó los principales aportes del siglo XX con el nombre de pensamiento complejo, aunque todavía no forma parte de la conciencia de la mayoría de los profesores y autoridades universitarias del Ecuador.
La epistemología del nuevo espíritu científico, el pensamiento complejo, la epistemología cualitativa, o como prefieran llamarla, debe constituir la nueva infraestructura mental de la universidad ecuatoriana, sin la cual no puede darse la nueva docencia e investigación científica que se superponga a la lógica aristotélica, a la enseñanza memorística feudal y la reproducción del pensar científico de Newton. El presidente Rafael Correa tiene las condiciones para emprender una estrategia eficiente para introducir y consolidar el nuevo espíritu científico en toda la universidad ecuatoriana.