El pasado 14 de mayo la Asamblea Nacional eligió a sus nuevas autoridades. El flamante presidente del Poder Legislativo es César Litardo, de Alianza PAIS, quien obtuvo 78 votos; el primer vicepresidente, César Solórzano, de la Bancada de Integración Nacional, que tuvo 98, y el segundo vicepresidente, Patricio Donoso, de CREO, que obtuvo 94.
Las cifras son el reflejo de negociaciones partidistas por los votos. Quedaron evidenciados nuevos acuerdos de los cuales no participaron los miembros de Revolución Ciudadana.
En su discurso, el nuevo presidente dijo que la Asamblea trabajará para robustecer la lucha anticorrupción, lograr la dinamización de la economía y del aparato productivo y priorizar leyes que garanticen mejores condiciones de crédito para el emprendimiento, lo cual será posible solo si la mayoría lograda para ganar las elecciones se mantiene.
Frente a la nueva mayoría conformada por varios sectores políticos, también se configura una nueva oposición, la cual vendrá cargada de revanchismo y fiscalización, y en donde correísmo y socialcristianismo tendrán un rol determinante.
Un primer termómetro que permitirá entender el reacomodo de fichas al interior de la Asamblea, y saber si fuerzas como CREO apoyan verdaderamente a Moreno y Litardo, será el destino que pueda tener María Fernanda Espinosa. Ella podría ser la primera damnificada, en la búsqueda de demostrar que no se trata de una mayoría gubernamental débil.
Es importante tomar en cuenta que, si bien en política no existen santos, es necesario exigir transparencia, coherencia y que se actúe al servicio del país más que servirse de él. Hay que terminar con los pactos vergonzosos solo con el fin de conseguir votos.
¿Pueden pactar con los corresponsables de la crisis, actores y protectores de la corrupción, y a la vez criticar este mal? Se debe estar pendiente de nuevas componendas.
Si, más allá de las elecciones, los acuerdos se dieron con la intención de lograr un bloque sólido que trabaje pensando en responder a las necesidades del país, sería un signo de madurez política y no un toma y daca más. (O)