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El Telégrafo

Respeto a la patria

21 de diciembre de 2012

Múltiples grupos de  ciudadanos de casi todos los rincones del orbe expresan su fascinación y admiración por las extraordinarias transformaciones estructurales  que se han efectuado en nuestra tierra -por la acción del gobierno de la Revolución  Ciudadana-, modificaciones y creaciones que se sostenían en el pasado reciente como sueños irrealizables y que hoy son de una materialidad indiscutible y reconocida que asombra. “El cambio de época” en el Ecuador es una realidad definida y palpable, sin embargo y no obstante la certeza de ello, unos pocos compatriotas y otras tantas  ONG  se empeñan en una recalcitrante actitud de negativismo digno de mejor causa, que se expresa en la crítica falaz y malsana que se la acepta de la misma forma que el conglomerado tolera la mentira flagrante de la cotidianidad mediática tanto local como extranjera  y su existir inmoral de conspirar, pero que definitivamente le hace daño al país.

Estamos ciertos que la democracia verdadera y participativa es una construcción difícil y diaria, donde no se generan milagros e inclusive  se desvanecen abstracciones políticas  y que en la conducción del desarrollo social se debe agotar el diálogo y los errores que  pueden cometerse deben ser subsanados, pero no es menos cierto que hay límites fundamentales contra los desafectos y calumnias en contra el régimen de Rafael Correa, y ese tiene que ver sustancialmente con principios inmutables de soberanía  nacional y de respeto internacional al Estado ecuatoriano.

En días anteriores, antes y después de la exitosa gira realizada por el Primer Mandatario a la Argentina a recibir el galardón de la Academia, y su viaje a la reunión de Mercosur, en Brasilia donde demostró no solo su profundo conocimiento de la economía y de la política sino también de su sagacidad de estadista, surgieron  desbocados, una serie de informes de organizaciones que, en su trasnoche y quimeras ambulatorias, hacen suyas las amarguras y odios de personajes y personajillos de mente y acción aldeana, que ingenuos unos y subsidiados otros por los poderes  fácticos se  autonombraron censores y fiscales de la actividad gubernativa y dan su evaluación de aprovechados rábulas  en su menguado intento de desmontar la urdimbre patriótica  que es la razón de ser y el destino histórico de las masas: el progreso social y el bienestar para todos.

Nosotros, todos, la nación entera, debemos reclamar respeto a todos aquellos que la ofenden cuando la llaman corrupta, el pueblo es trabajador, inteligente, generoso y sabio, quienes lo envilecieron recibieron la respuesta y el castigo adecuado.

Estamos seguros de que el Ministerio de Relaciones Exteriores dará la respuesta indicada y contundente ante las falacias vertidas y como estableció en un comunicado histórico que nuestro Presidente frente a demandas “no puede aceptar si no las  de su propio pueblo”, a despecho de los bobalicones propios y extraños que exigen excusas a la cancillería por una entrevista sesgada realizada al Jefe de Estado en Buenos Aires; la patria, hoy más que nunca, pide el mayor de los respetos a su integridad moral y autodeterminación.

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