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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Respeto

14 de mayo de 2015

Un estudio de la Universidad de los Hemisferios demuestra que el presidente de la República, Rafael Correa, es el tema de la mayor parte de los reportajes de los diarios: El Tiempo (67,2%), El Comercio (63,5%), El Telégrafo (61,5%) y El Universo (56,0%). Pero creo que esta estadística subió debido a la seña obscena que un adolescente, lamentablemente acompañado por su mamá, le hizo en plena vía pública al Primer Mandatario. Las páginas editoriales de todos los diarios están llenas de artículos en los cuales se analiza en profundidad la esencia misma de lo que es simplemente una falta de respeto.

El respeto es un valor que permite al ser humano reconocer, aceptar, apreciar y valorar las cualidades y derechos del prójimo. Es el reconocimiento del valor propio y de los derechos de los individuos y de la sociedad. Se manifiesta no solo  en la actuación de las personas o en la observancia de las leyes, sino que se expresa en la relación con la autoridad: alumnos a maestros, hijos a sus padres, ciudadanos hacia su presidente.

A los de mi generación, independientemente de nuestro origen, se nos inculcaba el respeto como una forma de convivir en paz sobre la base de normas e instituciones. Y por supuesto, la evangélica frase de ‘No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti’ se repetía diariamente para evitar que el irrespeto genere violencia y enfrentamientos. Y definitivamente, toda falta de respeto tenía su sanción de acuerdo a la autoridad que había sido ofendida. Pero estábamos claros que el respeto era de dos vías: del inferior al superior, normalmente establecida mediante tradición cultural y normativa; pero la no menos importante, del superior al inferior, para predicar con el ejemplo y establecer el delicado equilibrio del contrato social.

¿Qué pasó con el respeto en nuestra sociedad? Se dice muy ligeramente que mi generación es la última que fue castigada por sus padres y la primera en ser castigada por nuestros hijos. Pero lo cierto es que las personas respetuosas, especialmente los jóvenes respetuosos, son escasos y destacan muy fácilmente. Parecería que se impuso la cultura de los ‘tirapiedras’ que pretende ser irreverente y revolucionaria contra viejas estructuras, pero que realmente es irresponsablemente irrespetuosa con toda la colectividad. Y qué bien cabe aquí la expresión popular: ‘La ignorancia es atrevida’. Y habría que añadir: es intolerante, sin principios ni valores y con marcada soberbia y egocentrismo.

No pretendo ser condescendiente con la reacción del presidente Correa, pero de ninguna manera puedo aceptar y peor simpatizar con una clara expresión de irrespeto. Admiro la inteligencia de muchos editorialistas de oposición que usan argumentos filosóficos y sociológicos para soportar una defensa de lo indefendible. En mis 36 años de docencia académica, así como de administrador profesional, empresario y padre de familia, nunca he sido objeto de tamaña expresión de ‘irreverencia’ y sinceramente no sé en qué forma reaccionaría si acaso ello sucediera. Pero les aseguro que no sería nada cordial. (O)

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