Hace un mes comenzó la lucha por el poder en Venezuela con el desafío que planteó el líder opositor, Juan Guaidó. Desde entonces los hechos se precipitaron: logró reconocimiento internacional; las manifestaciones masivas presionan a Nicolás Maduro, y un embargo de petróleo por parte de EE.UU. amenaza su botín de guerra.
La camarilla de Maduro parecía sorprendida y reaccionó a la defensiva. Sus asesores discutieron ante las cámaras. La iniciativa está del lado de la oposición. El fin de semana Guaidó alcanzó su objetivo: fotos de cientos de miles en el concierto benéfico de la oposición frente a la magra asistencia en el contraconcierto de Maduro.
Se organizó un “ataque multifrontal humanitario” en el que se observó cómo miles de civiles trataron de llevar suministros de socorro a Venezuela mientras milicianos y guardias nacionales bloqueaban esta ayuda, disparaban contra manifestantes y prendían fuego a los camiones.
En términos de imagen, Maduro parece haber perdido la guerra: se presenta ante el mundo como un dictador corrupto, sin escrúpulos y sin pueblo. Las cuestionables motivaciones de un reordenamiento neoconservador de América y los precedentes de los que están detrás de Guaidó (como Elliott Abrams, el cerebro del asunto Irán-Contra, o el archiconservador grupo de presión del exilio cubano) rara vez se ponen sobre la mesa.
Pero un conflicto también se tiene que resolver sobre el terreno. Y allí Guaidó sigue siendo un presidente sin Estado. Fracasó en su intento de llevar ayuda a Venezuela. Una o dos docenas de desertores, incluso aquellos de alto rango como el exjefe de la inteligencia militar Hugo Carvajal, no alcanzan para que se llegue a la conclusión de que la lealtad a Maduro de la dirección del ejército esté en duda.
Acá es donde entra en juego el factor tiempo. En el corto plazo, Maduro y sus asesores cubanos lograron encontrar alternativas comerciales en el Medio Oriente, India y Rusia para eludir el embargo. Cuanto más tiempo tenga éxito la resistencia de Maduro, mayor será el peligro de que el ímpetu de Guaidó se debilite, la oposición se divida o parte de ella se radicalice. (O)
* Tomado de DW