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El Telégrafo

Reposicionamiento geopolítico

09 de enero de 2014

Da la impresión de que el acuerdo firmado entre Rusia, Francia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos e Irán, para permitir el enriquecimiento ‘limitado’ de uranio al país persa, responde a una política de la administración Obama que busca recomponer su maltrecha influencia en las regiones petroleras después de que la ‘Primavera Árabe’ cambiara el cariz de Oriente Medio.

Sin embargo, todavía vemos que algunos conflictos están latentes en esa región; como en Egipto, donde continúa la persecución a los miembros de la Hermandad Musulmana y la consolidación del régimen militar. También en Siria, donde sigue la masacre de la población civil a manos de los grupos extremistas; en Líbano, por donde se extiende la guerra civil siria; y en Irak, Afganistán, Yemen, Libia y Túnez, donde campean la anarquía y el caos.

Ya en América, la influencia de EE.UU. ha disminuido notablemente, particularmente por la llegada al poder de presidentes progresistas, como Dilma Rousseff, Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Fernández, entre otros. Asimismo, por las revelaciones de espionaje realizadas por Edward Snowden, que echaron a perder la ofensiva diplomática que ya había puesto en marcha Obama para intentar curar el abandono de Latinoamérica y tratar de corregir las indiscretas revelaciones de WikiLeaks. Ante tales situaciones, los mandatarios de nuestra región mostraron su enojo y se cortó el acercamiento con Estados Unidos.

Nuestros líderes han apostado por nuevos modelos de integración, como el Mercosur, la Unasur y la Celac, entendiendo que hemos alcanzado la adultez para independizarnos definitivamente del imperio norteamericano, buscando crear una nueva agenda de desarrollo, unión y prosperidad. No obstante, EE.UU. seguirá intentando dividir a nuestras naciones con intrigas, incentivando a ciertos países a construir nuevas asociaciones (Alianza del Pacífico) y saboteando las cumbres presidenciales comunitarias.

Mientras, en el Viejo Continente ya son tres las cumbres entre la Unión Europea, Ucrania, Georgia y Moldavia con las que se pretende lograr un acuerdo de asociación. Estos 3 países constituyen un área tradicional de influencia de Rusia, que presiona a sus antiguas repúblicas satélites para que se mantengan alejadas de Europa, y como respuesta propone otra alianza comercial, pero siempre dejando caer la sutil amenaza de cerrar el ducto del gas al que incurra en la debilidad de ceder.

Así, Rusia ha emergido en la diplomacia global y parece decidida a recomponerse como potencia; el conflicto sirio y el otorgamiento de asilo a Snowden la colocan en la palestra mundial.

Finalmente, China se va erigiendo poco a poco como potencia económica; y América Latina, superando sus dependencias históricas y sorteando a base de malabares la crisis que mantiene arrodillada a Europa y frena el crecimiento de Estados Unidos, labra a paso lento, pero seguro, su camino al desarrollo para darle vida, junto a Asia, a la convaleciente economía mundial.

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