El Gobierno ecuatoriano plantea repatriar científicos y docentes radicados en España, dándoles facilidades para su inserción laboral en el sistema escolar y académico del país. Este “Plan de retorno para maestros y profesionales” se suma a otros anteriores, cuya finalidad fue la de retornar al país a ciudadanos en general; y es similar al que se ha aplicado en la Argentina durante los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, el cual ha implicado el retorno a aquel país de casi mil científicos que estaban radicados fuera, principalmente en Estados Unidos y Europa.
Se trata de una iniciativa valiosa, que ojalá se instrumente con eficacia, y que encuentre eco entre los docentes y profesionales ecuatorianos que están en la España de hoy, muy golpeada económicamente. El retorno puede ser la respuesta a un anhelo íntimo querido por muchos, y a la vez la posibilidad de salir de una condición de fuerte inestabilidad, para pasar a ofrecer servicios muy necesarios en el propio país de origen. Puede así conjugarse deseos personales con una sana conveniencia, siendo esta tanto para las personas implicadas como para la sociedad ecuatoriana.
Por cierto, con cada ciudadano que retorna se recupera cultura; somos seres culturales por naturaleza (valga la paradójica expresión), y cada uno de nosotros expresa una riqueza singular en ese sentido. Los convocados por este nuevo plan agregan a esa dimensión primaria una segunda: no solo “son” seres culturales, sino a la vez son de quienes hacen de lo cultural el objeto de sus análisis; los profesores viven de la palabra y de los símbolos, ocupándose de aquello que configura a la humanidad como tal.
A su vez la formación del personal docente y científico implica un esfuerzo que, para los países latinoamericanos, resulta económicamente importante. Por cierto que es una inversión altamente necesaria; por ello mismo, sus resultados deben ser apreciados y resguardados. Ese personal es recurso humano calificado, es el resultado de la tradición histórica y de la conciencia social del país, y por ello es altamente necesario contar con él, y lograr que sus conocimientos sirvan a la conformación de generaciones nuevas que los necesitan.
En atención a ello, ojalá tengamos pronto académicos repatriados al Ecuador; será el reencuentro de muchos de ellos con sus ancestros, sus paisajes, sus comidas y costumbres, a la vez que la potenciación de lo que desde las escuelas, universidades, espacios culturales se hace diariamente para construir la autorrepresentación colectiva de las comunidades que habitan el país.