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El Telégrafo

Renovación diplomática

19 de abril de 2012

En el escenario internacional, los avances y efectividad en las normas y procedimientos que se aplican en la acción del Estado en sus relaciones internacionales han sido el resultado de un continuo proceso evolutivo en el campo de la diplomacia. Recuérdese que lo que diferencia a la diplomacia de otras formas de acción de política exterior es el uso de la negociación y otros medios pacíficos.

En ese contexto, resulta una indelegable obligación ciudadana contar con el pleno conocimiento de los derechos y deberes concernientes a la propia persona y, además, por sus implicaciones para el desarrollo y otros asuntos relativos a su país, se deben conocer las facultades y obligaciones que corresponden al Estado en el marco del derecho internacional.  

Cabe destacar que, tal como señala el tratadista Carlos de Icaza: “En función de que la proyección internacional de un país corresponde a la calidad de su diplomacia, la adecuada selección de sus representantes en el exterior y la profesionalización de los cuadros del servicio exterior son asuntos de interés nacional”.

Téngase presente que para su eficacia, la representación diplomática requiere cualidades especiales, como la de ser un genuino representante de su país (cultura e idiosincrasia) y estar dotado de una vocación de servicio que le permita ejercer la debida protección de los nacionales fuera de sus fronteras. Sobre todo, deberá estar capacitado para la ejecución de negociaciones y preparado para el esencial desarrollo de las relaciones comerciales y culturales.

Al asumir sus funciones, al diplomático se le requiere la fiel observancia de normas y procedimientos que dan la consistencia debida y la respetabilidad a sus gestiones y negociaciones, mediante las cuales se consolidarán afinidades, se superarán diferencias y se fomentará la cooperación. Asimismo, tratará de canalizar la inversión extranjera hacia su país, promoviendo el turismo y otras acciones de intercambio.

En el marco de los deberes de los jefes de una misión diplomática se han establecido controles a su gestión, que tienen el propósito de garantizar el fiel cumplimiento de sus atribuciones. Al respecto, podría señalarse la exigencia de presentar “un plan anual de gestión”, que debe definir claramente los “objetivos, metas y medios”, así como los programas sobre cada aspecto de su responsabilidad y jurisdicción, de forma tal que permita dar seguimiento a los mismos, tanto dentro de la Misión como también desde el propio Ministerio de Relaciones Exteriores.

Consecuentemente, saludo con beneplácito la decisión política de empoderar a los ciudadanos en el servicio exterior, designando a un grupo de hombres y mujeres de las diversas etnias y culturas de nuestra nación. Sin embargo, considero necesario capacitarlos convenientemente en lo que se refiere a la percepción del contexto mundial actual, para que puedan cumplir responsablemente con sus obligaciones y las metas de la cancillería, salvaguardando los intereses del Ecuador.

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