Desde la vigencia de la Constitución de 2008 el empoderamiento social mayoritario incluye a la juventud que irrumpe en el ámbito político con la variable de un protagonismo irreversible de las mujeres que buscan y encuentran su espacio de participación con la legitimidad que les brinda su capacidad. Por elección o designación, las damas copan todos los espacios que les permite su formación a niveles de excelencia. La armoniosa paridad alternada de género ya no es la misión casi imposible de antaño que obligaba a los dueños de la partidocracia a poner de enganche electorero a simples caras y cuerpos bonitos. Hoy disputan con propiedad la gestión política con la ventaja de su belleza en plena juventud.
Parece llegada la hora del relevo generacional y de género para la proclamación de candidaturas en las elecciones de febrero próximo. Las brillantes ejecutorias de la joven Gobernadora del Guayas, con antecedentes de una límpida hoja en el servicio público y como legisladora, hacen mérito para que se considere su postulación a la Alcaldía de Guayaquil dentro del proceso de selección de candidatos de PAIS.
Tiene claro su puesto de lucha en la Revolución Ciudadana y capacidad de decisión para asumir responsabilidades en las funciones que le ha tocado desempeñar. Ama a su ciudad con la visión de una sociedad incluyente, solidaria y equitativa, que cambie la actual realidad caracterizada por los privilegios de unos cuantos “pelucones” que se creen dueños de Guayaquil, urbe del río y el mar donde se han enquistado vergonzosos contrastes generadores de una injusta exclusión y marginalidad, en beneficio de cúpulas que amurallaron su ofensiva abundancia dentro de barrios exclusivos regenerados con plata de todos a través de una gestión municipal que para sus fines es ciertamente “el modelo exitoso”. Cómo no va a serlo si lo copiaron igualito a Miami.
Sin querer queriendo, el presidente Correa lanzó la candidatura del “cachorro” a la enésima reelección, no como la mejor, sino como la única opción de la derecha para retener su último bastión. El aludido, a quien nadie le niega su inteligencia, estará deshojando margaritas en la incertidumbre de cumplir su palabra de retirarse al fin de este período, o hacer el último esfuerzo para proteger a la gallada desde una administración que ya no se puede manejar como una empresa privada. A doña Viviana la verá hasta en la sopa.