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El Telégrafo

Relatividad de la ciencia

21 de octubre de 2012

Contribuyendo al debate sobre transgénicos proponemos primero reflexionar sobre la relatividad de la ciencia. Esta parte de su propia contradicción y de su proceso histórico. Su contradicción radica en que, además de sus prodigiosas contribuciones a la humanidad, genera cada vez más incertidumbres. Esa es su esencia: mientras más se conoce y se demuestra con evidencias, más preguntas e incertidumbres se generan. Creer que se maneja “lo último” debe contrastarse, modestamente, con la pregunta de si se ha entendido bien lo primero.

Las fuentes de conocimiento han sido, históricamente, la sabiduría colectiva y dentro de ella la de sus maestros, la filosofía y, básicamente desde el Renacimiento, la ciencia basada en evidencias. La década de 1490 en Europa, última del medioevo y precedente del Renacimiento del siglo XVI, ejemplifica ciertos hechos históricos ligados a su desarrollo. En ella Copérnico estudia la propuesta de la nueva teoría heliocéntrica, mientras Leonardo de Vinci diseca cadáveres de manera subrepticia y Nebrija publica su Gramática Castellana mientras Colón descubre América.

Hasta entonces se enseñaba, con las ideas de Ptolomeo desde antes del nacimiento de Cristo, que el ser humano era el centro del universo y que el Sol giraba alrededor de la Tierra. Las formas de pensar se denominan hoy modelos o “paradigmas”.  La teoría de las ciencias es estudiada por la epistemología. Copérnico demostró que la Tierra giraba alrededor del Sol y que, por ende, lo humano no era el centro del universo. Para desconcierto de la vanidosa creencia que llevó a crear dioses a imagen y semejanza humana. Sin embargo, aún hoy se dice que el Sol “sale” por el Oriente y se “oculta” en el Occidente, cuando es el horizonte el que desciende o asciende.

Leonardo pintó sus hallazgos anatómicos en el cadáver descubriendo el cuerpo humano. La anatomía (“tomos” es cortar) inició la separación y división del cuerpo en partes, cabeza, tronco, extremidades, órganos, tejidos. Luego, como todas las ciencias, continuó dividiendo: células, corpúsculos, genes, moléculas, átomos. En Occidente se ha rendido culto a esta división y cuantificación numérica de las ciencias “duras” como la física y la química. La medicina también generó la dicotomía de lo humano separando el cuerpo biológico (en manos de la ciencia médica) de la subjetividad del “alma” que quedó en el campo de la fe y el poder de la Iglesia. Continuará…

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