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El Telégrafo

Reglamento a la Ley de Educación Intercultural (2)

01 de septiembre de 2012

El punto débil del reglamento es donde se desconocen las asignaturas aprobadas (competencias demostradas) por los estudiantes, en los Arts. 213 y 214. Quienes no aprueban los exámenes supletorios, remediales y de gracia no solo no  aprueban la asignatura, sino que “deberá repetir el grado o curso”. Se extienden las oportunidades para aprobar una asignatura con relación al reglamento anterior, pero al final se llega a lo mismo: por no aprobar una o varias asignaturas se pierde el grado o curso (incluidas todas las asignaturas que había aprobado).

Si este criterio de excluir a los que no son buenos en todas las asignaturas, que aplicamos en la educación por cientos de años, lo obligáramos a los artistas, deportistas y profesionales, no usaríamos nuestros talentos y es la causa principal de la marginalidad económica, social y la delincuencia.

Desde el año escolar 1999-2000 al 2011-2012, los estudiantes del primero de educación básica al tercero de bachillerato -aproximadamente 3 millones y medio- no aprobaron los estudios e innecesariamente al año siguiente  volvieron a estudiar lo que ya aprobaron, los padres a gastar lo que ya gastaron, los profesores a enseñar lo que ya enseñaron y el Estado a volver a invertir miles de millones de dólares y de horas innecesariamente. Es ineficiencia.

Propongo que se diga “en caso de reprobar los exámenes deberá continuar en el grado o curso superior arrastrando las asignaturas hasta que sean aprobadas o que alcance el promedio mínimo de 8 entre las asignaturas para aprobar el grado o curso”. Es decir, al no alcanzar los aprendizajes requeridos en unas asignaturas obliga al estudiante a esforzarse al máximo en las otras. Solamente se deben repetir las asignaturas que no se aprobaron. Es un salto necesario, pero no suficiente, para acceder al primer mundo y es el que el espíritu elitista chileno se niega a dar.

Nuestra propuesta respeta las diferencias individuales. Reconoce la desigual madurez neurológica y ritmos de aprendizaje. El que cada estudiante pueda estudiar hasta el límite de sus aptitudes y talentos. Quita el poder al  profesor que puede dejar de año en el resto de asignaturas que aprobó.

No desperdiciemos la oportunidad histórica. Superemos la mentalidad autodestructiva, introducida por los  países neocolonizadores, para que tan solo una élite se eduque y aprovechemos nuestros recursos, como dice Rafael Correa, en una forma “extraordinariamente bien y extraordinariamente rápida”.

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