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El Telégrafo

Reflexiones sobre el socialismo del siglo XXI

10 de agosto de 2013

El elevado nivel de educación de la población y preparación para el trabajo en Cuba no ha podido plasmarse por los impedimentos provenientes del bloqueo económico y comercial por parte de los Estados Unidos por más de cuatro décadas. El reto, desde mi perspectiva, es atrapar lo más avanzado del pensamiento posterior a Newton y el incluir las implicaciones administrativas de la revolución iniciada por Einstein y la física cuántica a comienzos del siglo XX y todos los múltiples aportes desarrollados en ese siglo, como la teoría de incertidumbre, la complementariedad, el pensamiento sistémico, la teoría del caos y el pensamiento complejo que constituyen un salto cualitativo en la percepción de la realidad y en el desarrollo de la fuerza productiva de la sociedad.

En mi criterio, en Cuba ya existen las propuestas iniciales para un cambio cualitativo del socialismo, a través de los aportes de Pedro Luis Sotolongo Godina y Carlos Jesús Delgado Díaz y otros colaboradores, cuyas propuestas se encuentran recogidas principalmente en el libro “La Revolución Contemporánea del Saber y la Complejidad Social (Hacia unas ciencias sociales del nuevo tipo)”, editadas por la Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), en 2006, donde las ciencias sociales son enriquecidas desde la perspectiva del pensamiento complejo.

Desde hace una década se realizan múltiples esfuerzos en América Latina para proponer un socialismo para el siglo XXI, principalmente pensadores venezolanos, argentinos, brasileros, cubanos y mexicanos. Desde mi perspectiva, todos tienen un vacío porque operan desde el viejo paradigma científico, lo cual implica ubicarse en una ciencia social que no podía funcionar hasta mediados del siglo XX. En este error se encuentra quien más ha escrito sobre el tema, Eric Dieterich.

En su proyecto de modelo alternativo para un socialismo del siglo XXI, encontramos un vacío en el área epistemológica y en la gestión de los recursos humanos, sin estar en desacuerdo con lo que se propone en el libro y los temas desarrollados. En el texto mencionado y en el nuevo manual de investigación científica, e incluso en la revisión de las ciencias sociales, no existe una ruptura con la metodología de investigación científica de Bacon- Descartes- Newton, es decir, no llega al pensamiento complejo y a la metodología de la investigación científica de lo que Gastón Bachelard llama el “Nuevo Espíritu Científico”.

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