Las visitas realizadas por el presidente Rafael Correa Delgado, cumpliendo con su rol natural de ser el primer embajador del país, al mundo exterior, además de ser el principal promotor para abrir la ruta al acercarse a la UE y sus principales países para invitar a esas naciones a invertir en el país y mostrar el real interés del Ecuador en lograr tratados de comercio dignos y soberanos, negociados en un contexto de justas conveniencias, especialmente con Alemania, hoy la economía más próspera del planeta, y una de las comunidades históricamente más destacadas en producción intelectual, debido a la calidad y cantidad de pensadores, filósofos, economistas que han nutrido al mundo de teorías, pensamientos y modelos en todas las áreas de las ciencias, incluyendo el desafiante y cruel nazismo.
Las explícitas y contundentes exposiciones de los logros del país en tiempos de Revolución Ciudadana y cómo se visualiza el futuro, focalizando los proyectos emblemáticos de Yachay (la ciudad del conocimiento y la investigación), Yasuní ITT y las clases de “industrias pesadas” que requiere Ecuador, en las que se inviertan capitales para optimizar estratégicamente su desarrollo, homologando los logros de Europa, Corea y EE.UU., para alcanzar un nivel de desarrollo aceptable.
Su condición de académico y experto en desarrollo permitió a nuestro Presidente ser ovacionado por la comunidad universitaria, en la que disertó, promovió y respondió con calidad al foro abierto en temas de desarrollo y economía global focalizada al Ecuador, con preguntas abiertas que evidenciaron la gran capacidad y dominio de su profesión de economista, que hacen que quienes hacemos academia y docencia nos sintamos extraordinariamente representados, al contar con tan prominente colega como Presidente del país. Además de su acercamiento sincero al papa Francisco I, en su condición de católico practicante, rompiendo así otro mito del “socialismo ateo”.
Otro ícono histórico, de Ecuador para el mundo, es la inauguración de nuestro nuevo período de actividad en la Asamblea Constituyente, que estará presidida y dirigida por tres mujeres, profesionales y valientes, que con el apoyo de la mayoría parlamentaria podrán refundar la patria, con las reformas a todo el marco jurídico del país para dejarlo alineado de forma institucional, acorde a las reales y futuras necesidades del actual milenio.