En la cercanía de sus 86 años, el comandante Fidel Castro periódicamente abre espacios iluminadores, a través de sus Reflexiones en las cuales, con la sabiduría y experiencia acumuladas, enfoca los más importantes problemas por los que atraviesa la humanidad. Después de haber luchado contra una dictadura oprobiosa, junto a sus compañeros históricos: el “Che”, Camilo, Raúl y tantos que lo siguieron desde los días del Moncada, dedicó más de 50 años a construir una nueva sociedad en la isla que lo vio nacer, con una concepción nueva de la organización social, que -a pesar de los muchos quebrantos y dificultades puestos en su camino por las fuerzas más poderosas de la Tierra- se mantiene y perfecciona y es cada vez más reconocida por sus logros, especialmente en educación, salud, innovación científica y deportes.
Por ello cualquier referencia a Fidel atrae la atención y el cariño de la mayoría. Así lo vimos en la Gobernación del Guayas en la presentación del libro escrito por la cubana Katiuska Blanco, en la cual la autora y el intelectual Abel Prieto, ex ministro de Cultura de su país y actual asesor de Raúl Castro, comentaron la primera y segunda parte de la obra que lleva el sugestivo título de “Fidel, guerrillero del tiempo”.
El mérito enorme de Katiuska, a quien conocimos vía Telesur en sus presentaciones en Bolivia y Venezuela, es haber hecho las preguntas adecuadas para despertar las remembranzas que hace el Comandante de sus primeros años en la propiedad de sus padres en Birán. Gracias a su prodigiosa memoria surgen los recuerdos de la niñez, su cercanía desde entonces “con los pobres de la tierra”, el respeto para la dignidad humana, que es parte de sus valores más acendrados.
Sigue el recuento de sus días de adolescencia y juventud y su inicio en la actividad profesional como abogado de pobres, tarea en la cual lo sorprende el golpe de Estado de Batista, en 1952. Hondo sacudimiento espiritual representó para Fidel la muerte del político Eduardo Chibás, quien se quitó la vida al sentir mancillado su honor. Esos dos acontecimientos lo convencieron de que la única forma de cambiar el presente ominoso de su patria era a través de la lucha armada.
En los dos tomos aparece el hombre que se construye a sí mismo en la lucha, el sacrificio y la cultura. Aquel que en carta a su hermana desde la cárcel dice que aprendió a prescindir de todo para ser un hombre libre, el que entra así en La Habana en enero del 59.