Una historia particular la de Freddy Canchala, recogida por El Comercio. Canchala es seguramente la representación viva de nuestra idiosincrasia deportiva colectiva. Es una suerte de héroe, una suerte de mártir y una suerte de fotografía de la historia del amateurismo nacional. Canchala es corredor por el equipo Inti, de Imbabura, en la XXXIII Vuelta Ciclística a la República. En la sexta etapa de la competencia, Canchala llegó una vez terminada la premiación. Pero Canchala pelea contra algo más que cronómetros.
Canchala no tiene una bicicleta de alto rendimiento. La que maneja es prestada por otro corredor, Jorge Montenegro. Montenegro también le ayudó con el casco. Y los guantes. Y las gafas. Y de vez en cuando ayuda con barras energéticas para suplementar su alimentación, limitada por su reducido presupuesto. Una actitud que también muestra una cualidad única que tenemos para ayudar desinteresadamente al otro. Nuestra manera de convivir con la dicotomía de maltratar lo público mientras guardamos la otredad.
Para Canchala, el premio está en terminar la carrera. Un premio por demás merecido. Una actitud que también nos muestra dónde estamos parados
Para Canchala, el premio está en terminar. Un premio por demás merecido. Pero una actitud que también nos muestra dónde estamos parados. Lo centralizado que todavía está nuestro interés por el deporte, más allá de los evidentes esfuerzos que se están haciendo desde el Ministerio del Deporte; evidentes por los tropiezos y constantes críticas de los iluminados de siempre, que se dan únicamente cuando, de hecho, se hace algo.
Porque falta mucho por crecer. El equipo financiado por el Ministerio, RPM, muestra su capacidad organizativa y el producto de su inversión (José Ragonessi es el líder en metas volantes y RPM también tiene al mejor juvenil). Pero también muestra que el apoyo puede ser extendido al resto.
Porque el resto son los Canchala, en mayor o menor medida. Deportistas en la élite del ciclismo que entran a las competencias y deben sortear obstáculos que son ajenos al deporte. Y si bien son la muestra más evidente de la tenacidad que surge del amor al deporte, también son los baches de amateurismo que todavía definen la manera en que hacemos deporte.
Mientras nos preocupamos por la crisis en el fútbol, donde los clubes finalmente entendieron que inflar salarios terminaría por quebrarlos, el resto del deporte busca cómo sobrevivir sin comerse la camisa. Irónico pensar lo que se hará por salvar al motivador nacional, el fútbol, del hueco que ellos mismos cavaron.
Los Canchala entonces se extienden a lo largo del espectro deportivo. Muestran la manera en que estamos dispuestos, como sociedad, a recompensar a nuestros ejemplos. No que se endiose a un individuo por realizar una actividad física,
sino que se valore, como modelos virtuosos, a quienes demuestran tenacidad, esfuerzo, disciplina y abnegada motivación. Reconocer, en definitiva, a los Canchala.