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El Telégrafo

Ranking de universidades

22 de agosto de 2013

La revista británica Times Higher Education publicó la semana pasada su último estudio investigativo sobre las universidades más prestigiosas del mundo. Esta lista se basa en el índice de reputación académica que proviene de encuestas realizadas a 31.000 profesores en 149 países. Universidades de cinco países están representadas en los primeros veinte puestos: EE.UU., Reino Unido, Japón, Canadá y Suiza.

Vemos confirmada la triste realidad de que las universidades latinoamericanas están en puestos muy bajos. La lista de las cuatro mejores de nuestra región en el ranking la encabeza la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el puesto 146, seguida de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en el lugar 195, a continuación consta la Universidad de Chile, en la posición 225, y la Universidad de Buenos Aires, en el sitial 230. En tanto que en el ranking latinoamericano, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador aparece en la lejana posición 83.

Para fijar los puestos en el ranking se tienen en cuenta los siguientes 6 indicadores y su respectivo porcentaje de influencia: 1) La reputación académica, con un 40%; 2) La reputación entre las empresas que contratan, con un 10%; 3) Las referencias de los trabajos de los profesores, con un 20%; 4) El ratio entre maestros y alumnos, con un 20%; 5) La proporción de estudiantes internacionales, con un 5%; y 6) La proporción de educadores internacionales, con un 5%.

Está claro que la educación es muy importante para el desarrollo personal y, como consecuencia, para una mejor posición laboral, personal y nacional. Parte de la importancia de una buena educación para una nación es la educación avanzada a través de las universidades.

No obstante, la educación ayuda a encontrar mejores trabajos, con mayores salarios, con más flexibilidad y productividad.

Lamentablemente, la posición de las universidades latinoamericanas no da confianza tampoco en este aspecto, porque  no ayudan a incentivar la inversión e impulsar el crecimiento y la creación de más empleos.
Está claro que las universidades de nuestra región necesitan muchos recursos pero, aún más, necesitan renovarse en todos los ámbitos.

Si, además, nuestras universidades ganan mayor prestigio y son reconocidas internacionalmente, será otro plus para el país por varias razones.

Aparte del impacto positivo sobre los estudiantes y profesores, que nuestras universidades sean prestigiosas atraerá a alumnos extranjeros para estudiar en ellas, el “turismo académico” que trae consigo ingresos varios, como son: los costos del curso, alojamiento, gastos de subsistencia y de ocio, entre otros.

En conclusión, las universidades reconocidas abren puertas a más oportunidades en el mundo laboral internacional para los estudiantes del país, con mejores condiciones y salarios, porque sus títulos serán más apreciados en el concierto mundial.

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