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El Telégrafo

¿Quo vadis Universidad?

03 de diciembre de 2013

“En las elecciones de rector del 12 de diciembre la Universidad Central se juega su historia y su futuro”, expresó Carlos Muñoz, presidente de la FEUE, en la presentación de la candidatura a la reelección de Édgar Samaniego. Coincido con este diagnóstico que evidencia la polarización de una escena en la que se dirimen dos opciones: continuación y profundización de la reforma universitaria, o retorno al pasado de dominio corporativo-clientelar, paralización de la reforma y conversión de la UCE en espacio de oposición al proceso constituyente.

La reacción visceral del MPD y sus otros membretes a los resultados de la evaluación del Ceaaces que ha ubicado a la UCE en la categoría B, ha reinstalado las prácticas violentas luego del período de paz característico de la actual gestión: gritos, insultos, acusaciones, crespones negros, plantones, han reemplazado el análisis autocrítico de los mismos. Más allá del oportunismo electoral, este discurso autocomplaciente con la mediocridad no resiste el menor análisis.

En efecto, el cambio de categoría podría explicarse por la diferencia en los criterios e indicadores de evaluación y, sobre todo, en sus pesos. En el marco de una exacerbada mercantilización de la educación superior, en 2009 se dio énfasis al cumplimiento de deberes y derechos de docentes y estudiantes, que pesó un 28,3% del total de indicadores, frente al 15,5% del modelo actual que interviene en un contexto ya regulado. Por el contrario, en el actual, la investigación pesa el 20% en relación al 14,65% (2009) y uno de sus indicadores -producción científica- es el de mayor peso de todos (9%), evidenciando la prioridad de construir una universidad creadora de conocimiento.

Por otro lado, mientras en 2009 organización e infraestructura académica pesaron el 25%, en el actual pesan el 30%. Además, hay indicadores que en el anterior tenían un importante peso y que hoy han descendido, como ‘Admisión’ (5,3% frente a 1,5%), mientras ‘Laboratorios’ (5% en 2009) hoy será evaluado con las carreras.

Esta somera comparación de algunos indicadores permite sospechar que en 2009 pudieron resaltar en la evaluación ciertas fortalezas acumuladas de la UCE en ciertas carreras, dada su naturaleza pública, que la ubicaron en la A, mientras hoy han pesado debilidades acumuladas durante la ‘larga y triste noche emepedista’, pese al trabajo titánico del rector en el desarrollo de nueva infraestructura, regularización académica, constitución del núcleo de investigadores, escalafón y mejoramiento salarial, entre otros.

Es la continuación de esta línea de conducción universitaria que busca convertir a la UCE en una universidad de excelencia, lo que se juega en las elecciones del 12 de diciembre, y por eso esta es crucial.

O se vota a favor de ella y se ratifica a Samaniego en el rectorado; o se vota por el retorno al pasado de violencia, oprobio y retroceso institucional. Con este escenario no hay cómo equivocarse.

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