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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

‘Quito sin caca’

17 de octubre de 2014

No sean malpensados. No me refiero a los malos políticos, sino a un tema de seguridad ciudadana y salud pública, pues cada vez son más las familias que tienen en sus hogares a un perro como mascota. Y cada vez es mayor la conciencia que en Ecuador existe respecto al no maltrato animal. Es más, el nuevo Código Penal establece ya sanciones, multa y prisión para las personas que maltraten a los animales. Sin embargo, esas mismas personas que aman a sus perros con pasión son incapaces de limpiar la caca que sus fieles compañeros depositan en calles, parques, plazas y otros espacios públicos.

Siempre he manifestado que mientras existan seres humano maltratados, con hambre y con sed, esos seres humanos serán mi prioridad. Pero siempre he respetado el trabajo que se hace en defensa de los animales. Por ello me sorprende que el pasatiempo de muchas personas sea sacar a sus mascotas a pasear al parterre del frente o al parque cercano y de paso permitir que los animalitos hagan sus necesidades en esos lugares. Y luego se marchan tan campantes, felices. Y nada les importa que inmediatamente algún desprevenido viandante sufra las consecuencias y termine con sus zapatos embadurnados de heces perrunas.

Hace un par de años, la librera y escritora Mónica Varea, preocupada y harta de esta situación, lideró un grupo de vecinos quiteños que crearon un espacio, al que denominaron ‘Quito sin caca’, para impulsar campañas de concienciación respecto a la necesidad de recoger las heces de sus animales, pues “son contaminantes y representan un problema de salud pública”. Plantearon el tema al Municipio de Quito e invitaron a que la gente se una a esta iniciativa, aunque en verdad con poco eco, lamentablemente.

No son pocos los accidentes que cada día se producen en espacios públicos, los animalitos se vuelven fieras y muerden a quien, desafortunadamente, pasa a su lado. Y los niños huyen asustados y despavoridos, pues los dueños (que, en ocasiones, son más animales que sus propias mascotas) no cumplen con la ordenanza municipal, la 332, que sanciona, con 63 dólares de multa, a quien no lleve a sus perros con correas y permita que los animales ensucien con sus excrementos aceras, parques y espacios públicos. Pero la Alcaldía ni informa ni sanciona.

Con frecuencia salgo entusiasmado al balcón de mi casa a contemplar el paisaje de Quito pero, ¡oh, sorpresa!, me encuentro siempre con un jardín de heces en la terraza del vecino y un perro que las revuelve. Y a todos nos pasa que, como bien dice Mónica, “ojos que no ven, pies que ya pisaron”, y entonces sí, maldecimos y protestamos.   

Es necesario que, además de la correa para la mascota, se lleve siempre una funda plástica para recoger los excrementos. No cuesta nada hacerlo, más aún si tanto amamos a nuestra mascota; la cuidamos, la mimamos, la llevamos a la peluquería, hasta la vestimos con múltiples trajes de ocasión, pero somos incapaces de limpiar sus heces.

Es cierto que algunos ya lo hacen, pero todavía son muy pocos. Cada fin de semana la ciudad termina sucia y apestosa. No esperemos a sufrir uno de estos resbalosos accidentes y promovamos en nuestros hogares estos hábitos básicos, solo así podremos tener algún día un Quito sin caca.

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