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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

Quito, ni ‘Edén de maravillas’ ni la ‘Carita de Dios’

05 de diciembre de 2014

Quito, ya no es la ‘Carita de Dios’, como muchos, sobre todo los medios de comunicación, quieren seguir mirándola.  Y lo hacen, más por pereza, facilismo y falta de creatividad, que por convencimiento. Es más, no sé si alguna vez lo fue, ya que lo de ‘Carita de Dios’ viene por lo de ‘franciscana’, supongo.  Y lo de ‘franciscana’ debemos entenderla como conservadora, mojigata y, lo que es peor, pacata. Y tampoco es un ‘edén de maravillas’. Por el contrario, la desmesura de su crecimiento, en las dos últimas décadas, la ha convertido, poco a poco, en una ciudad excluyente y agresiva. 

En el Quito de hoy es el vehículo el que se impone. Sus otrora calles construidas para los caminantes se han convertido en simples avenidas vehiculares; sus plazas, otrora lugar de encuentro y diálogo, son hoy  espacios de simple tránsito. Ya no queda lugar para la vecindad, para la ‘conversa’, para la conquista. Y lo que es peor, el nuevo modelo que, entre la niebla y a tientas, pretende el nuevo alcalde, Mauricio Rodas, está anclado en la misma supremacía del vehículo, de esa supuesta modernidad que atormenta y aflige.

Es necesario construir un modelo de ciudad que vincule al ciudadano con su entorno, que genere espacios para conocernos y redescubrirnos. En estos seis meses de gestión es poco lo que se ha hecho en esa vía. Y ese poco se lo ha hecho mal. La declaratoria de ‘emergencia’ para encontrar soluciones para el transporte no ha servido para mucho. No solo que no hay una propuesta de fondo, sino que el mismo pedido al Gobierno central para que cubra todo el déficit del Metro es una tomadura de pelo. Y es más, el Alcalde afirma que es una propuesta creativa, lo que revela simplemente la incoherencia e inconsistencia de la gestión.

El alcalde Rodas debe estar convencido de que Quito, efectivamente, es la ‘Carita de Dios’, por ello lo primero que anuncia para las fiestas -celebrar la fundación española- es una gran teletón. Es decir, volver a la caridad, a la misericordia, a la limosna. No queremos un Quito misericordioso. Queremos un Quito incluyente y equitativo. Un Quito con políticas públicas para que todos sus habitantes tengan acceso, gratuitos y de calidad, a los sistemas de salud y de educación. Políticas públicas para generar empleo, para mejorar los servicios, para desterrar el maltrato, la discriminación, la violencia y la inseguridad. No queremos ya una ciudad repleta de vallas y anuncios, en los que se cambia un color por otros. Queremos una ciudad con espacios públicos que nos permitan disfrutar de su  paisaje y su belleza.  

Es necesario volver a las esencias de una ciudad acogedora y amable y, sobre todo, humana. Que su condición de ‘patrimonio de la humanidad’ nos obligue a deconstruir un modelo perverso que margina y oprime, y a construir un nuevo modelo de ciudad que responda a las necesidades de sus ciudadanos y no a las grandes corporaciones. Y no queremos tampoco una ciudad anclada en el pasado, repleta de nostalgias y humores impostados; queremos una ciudad libre, dinámica y abierta al mundo.

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