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El Telégrafo

¿Quién tiene la fórmula?

12 de abril de 2012

¡¡¡¡Por qué no puedes cerrar los partidos!!!... ¡¡¡me cagaste la taquilla del clásico!!!... Línea discordante cargada de contenido detonante que ronda el ambiente guayaquileño en busca de la confirmación final. ¿Cerrar los partidos?... ¿me pregunto cuál es la súper formula secreta y efectiva para hacerlo?

Lo acusan a Zubeldía de no haber ido a esa clase. Salón donde se transmite la cátedra que te puede garantizar que no te empaten o ganen con goles logrados más allá del minuto 35 del ST. Fórmula que anula de por vida los 1-1, ya que si vas ganando 1-0 y aplicas la teoría correcta y bien asimilada de cerrar los partidos “nunca” te anotarán. ¿Cuál es el arsenal de ideas que patrocina esta teoría? No perder la pelota en esos minutos finales, no dársela al rival, colgarte del palo y cubrir cada espacio del arco, jugar un “torito” constante, destruir cualquier conato de fútbol organizado, volverte cavernícola con la pelota, quemar tiempo de manera deliberada, conseguir un contubernio bien trabajado de los pasabolas para desaparecer los balones, pero ante todo, conseguir la presencia de un equipo torpe, que frente a ti tengas 11 lerdos sin calidad y que no posean la capacidad de alterar la aplicación famosa de cerrar los juegos, este último punto es vital. ¿Y qué hay, si delante tuyo tienes un plantel capaz de destruir todas estas maranias futbolísticas?… si saben que hay cientos de equipos capaces de hacerlo.

¿Dónde queda ahí la teoría repetida de cerrar los partidos? Argentina trató de cerrar  frente a Holanda en los 4tos. de final de Francia 98, Bergkamp le anotó al minuto 89 y la mandó a casa… ¿será que los “gauchos” eran un equipo mediocre y sin historia...? 2009, el Chelsea estaba a menos de un trío de minutos de jugar la final de la Champions, a falta de ese escaso tiempo, el Barcelona anotó y de paso lo eliminó, Iniesta demostró que el Chelsea era un equipo turro, que no sabía cerrar partidos. A mediados de la década del 80, América de Cali tenía un equipo tan fantástico como las mismas curvas de las caleñas que deambulaban en esa ciudad, contaba con respaldo económico del narcotráfico (si me dan vire ya saben quién fue) vencía de manera tan elegante, que bien podíamos hablar de una superioridad amable hacia sus víctimas. Pero no todo era perfecto, al parecer, el América no sabía cerrar. 

La música del mundo apreciaba lo que hacía Michael Jackson en 1987 y aplaudía el rendimiento del América, cuando llegó a Uruguay a disputar la final de la Libertadores, ya habían ganado 2-0 en Cali y en Montevideo toparon el minuto 87 empatando 1 a 1, pero el uruguayo Villar logró la victoria agónica para el equipo “Girasol” y así forzó un tercer partido, por jugarse en Chile (la diferencia de gol no contaba). Y si ya era para que los colombianos se mataran después de lo que pasó en el Centenario, qué decir de lo que vendría después: se jugó un partido extra de definición en Santiago, 0 a 0 clavado durante 120 minutos, hubo que esperar hasta el último instante del alargue para que Diego Aguirre (ex DT de Aucas) con un zurdazo derrotara a Julio Falcioni (DT de Boca). Peñarol campeón de América, pero no así nomás; campeón en el último minuto.

Lo más fácil y repetido era decir que el América no sabía cerrar partidos. ¿Quieren más? En la final de la Champions de 1999 jugaba el Bayern, minuto 90, término del partido. En cuestión de 43 segundos recibió goles de Sheringham y Solskjaer del M. United, perdió e ingresó al club de los que no saben cerrar partidos, institución con miembros como Argentina, el Chelsea y el América de Cali de los 80. Entonces, ¿dónde quedó la fórmula? Esa automática teoría que puede convertir en un cementerio la ambición rival de anotarte. ¿Me van a decir que estos equipos no tenían la capacidad de cerrar los partidos?  Decir que existe fórmula mágica  para estas circunstancias es como decir que los penales son una lotería, no, no y 78 veces más no.

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