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El Telégrafo

¿Quién teme a la consulta?

22 de agosto de 2013

Por ahora hay sospechas y hasta suspicacias. De un lado Guillermo Lasso se quiso embarcar en la disputa política “aportando” sus votos a los ultraecologistas y a la Izquierda Plurinacional. Del otro, Alberto Acosta liderando la convocatoria a una consulta. Y entre los dos mirándose de reojo para evaluar cuánto aportaría su unidad a la credibilidad de sus posturas y de sus objetivos políticos.

Pero también empezaron las sospechas de que una consulta consolidaría a Rafael Correa, dado su arrastre y popularidad, que no declinan con el pasar de los años. Y por lo mismo, se la piensan dos veces.

Una consulta popular no es “democracia plebiscitaria” desde el tono peyorativo que se ha usado. Una consulta o referéndum en otras regiones del mundo, como Suiza, son la única garantía de tomar decisiones populares, en el mejor sentido de la palabra. Por lo tanto, es una acción participativa y deliberativa para tomar decisiones colectivas.

En Ecuador se discuten (y disputan) temas que ya quisieran otros países abordar: medio ambiente y buen vivirClaro que saltan preguntas como: dado que coincidiría una posible consulta con las elecciones municipales, ¿cuánto ayuda a los candidatos que buscan la reelección sumar una pregunta sobre el destino del Yasuní? ¿En el Movimiento PAIS se ahondarán esas disputas internas para ir solos o en alianzas? ¿La debilidad de la derecha y la Izquierda Plurinacional se resarcirá con la entrada en escena de un tema tan “simpático” como el de dejar el petróleo bajo tierra?

Pero hay algo más de fondo: una consulta ganada por Correa, literalmente, entierra a toda la oposición con sus posturas y banderas con lo cual los candidatos de PAIS entran en la escena de los gobiernos autónomos descentralizados con todas las de ganar y de afirmar el proyecto político vigente.

Hasta ahora (por lo visto tras las apariciones públicas del Presidente hablando sobre el Yasuní) la diferencia a favor de lo uno o de lo otro no es tan clara ya. Correa tiene una gran ventaja cuando entra en la disputa política: con su frontalidad y pragmatismo pone en jaque hasta las certidumbres más arraigadas de algunas personas. Lo hizo con el tema de la justicia y hasta ahora nadie puede decir que no fue una apuesta riesgosa de la que salió consolidado. ¿O alguien pensó que después de la consulta de mayo de 2011 se reduciría su popularidad y con ello afectaría su reelección de 2013?

De todos modos hay algo más: no se trata ya de una consulta sobre el destino de un pozo o de la zona más biodiversa del planeta. Aquí está en juego la consolidación de una corriente política que se juega todo desde unas posturas definidas. Y también entra en escena la evaluación de la capacidad propositiva (¿creativa?) de la oposición.

Finalmente hay algo más: Ecuador discute (y disputa) temas que ya quisieran otros países abordar: medio ambiente y buen vivir. En Chile se habla de si la educación es gratuita. En Colombia de si la paz es posible. En Perú de la minería destructiva y la pobreza en aumento. Y esos tres países “gozan” del sueño de la derecha ecuatoriana: el tratado de libre comercio con los Estados Unidos.

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