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El Telégrafo

¡Que viva la música, que viva la nueva Ley de Comunicación!

21 de junio de 2013

La nueva Ley de comunicación es, sin duda, un gran salto para profundizar la democracia y también para consolidar la libertad de pensamiento y de expresión. La nueva ley permitirá el acceso a medios de comunicación de voces que eran (son) ignoradas. Y lo que es más, permitirá a sectores ciudadanos y comunitarios tener sus propios espacios de expresión; podrán, al fin, tener voz propia y decir lo que piensan sin necesidad de intermediarios. Y quizá por ello esos sectores privilegiados hoy se resistan a aceptar que ya no podrán seguir con el abuso, la manipulación, la desinformación.  

Pero la nueva ley, además, generará un cambio sustancial en la cultura nacional, sobre todo en el sector audiovisual y musical.  El hecho de que los canales de televisión deban, ahora, invertir al menos el 2% de la facturación del año anterior, y los canales nacionales al menos el 5% en la adquisición de derechos de exhibición en su fase previa al rodaje, se convertirá en un gran detonante para la producción nacional.  

Y, en el caso de la música, las estaciones de radio deberán programar por cada canción extranjera una nacional, con el respectivo pago de los derechos de autor.  Esto también modificará, sustancialmente, al sector de la música. Los autores, compositores e intérpretes nacionales tendrán ahora la oportunidad de mostrar su trabajo musical, y los oyentes tendremos la opción de, al fin, escuchar la gran diversidad de nuestra música.

Además, la nueva ley establece que los medios de comunicación deberán pautar el 100% de piezas publicitarias producidas únicamente en Ecuador y, por tanto, se prohíbe la importación de productos publicitarios. Esto generará un despegue clave para todo el sector que es amplio y diverso, desde guionistas hasta los mismos músicos, lo que significará también un aumento importante de fuentes de empleo.

Estos tres hechos constituyen  un enorme aliciente para el fomento de la producción ecuatoriana y para el desarrollo de la industria cultural además  de la consolidación de la identidad nacional y la soberanía cultural.   
Sin embargo, para que esta intencionalidad de la nueva ley no se quede solo en eso, es necesario que, primero, en el ámbito del Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación se establezcan con claridad los mecanismos y reglamentos necesarios para su implementación, y se corrijan ciertas ambigüedades y errores en la redacción de la ley.  Y segundo, es necesario que el Gobierno central (Ministerio de Cultura y Patrimonio) acompañe este proceso y genere espacios para el fomento de la producción nacional.

Pero también se requiere la apertura de los medios de comunicación privados para trabajar no solo en alentar la producción nacional sino en mejorar la calidad de esa producción.  

Y entonces sí, con Andrés Caicedo, podremos gritar alborozados:

¡Que viva la música, que viva la cultura nacional!

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