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El Telégrafo

¿Que viva el Día Nacional de la Cultura?

09 de agosto de 2013

Desde hace 38 años, cada 9 de agosto (fecha de nacimiento de la Casa de la Cultura Ecuatoriana) se conmemora el Día Nacional de la Cultura. Una celebración que, en verdad, para la mayoría de los ecuatorianos, pasa prácticamente desapercibida. Pero justamente, para que este día sea más que una simple sesión solemne en la que se entregan diplomas y condecoraciones, deberíamos preguntarnos y cuestionarnos.  

Lo primero, ¿hay motivos para celebrarlo? Francamente sí.  Ecuador tiene ya un Ministerio de Cultura (hoy, y Patrimonio).  Nunca como ahora, los artistas, creadores y gestores culturales han recibido recursos y apoyos directos que han permitido financiar, parcial o totalmente, una gran cantidad de las actividades culturales que se realizan en el país. Fondos concursables que han posibilitado un acceso más amplio, y transparente, a esos recursos públicos.   

La expedición de la nueva Ley de Comunicación es también un motivo para celebrar, ya que sin duda fomentará el desarrollo del sector de la música  (el llamado 1 x 1), de la industria del audiovisual y de la producción publicitaria.  Esta nueva normativa va a dinamizar a estos tres sectores, es decir generará, por ejemplo, una gran cantidad de fuentes de trabajo, nuevos públicos y más espacios para la promoción y difusión.  Así mismo, marcará una nueva relación de los ciudadanos respecto al producto cultural nacional.

Pero, ¿y qué nos hace falta? Hay dos hechos que aún siguen pendientes; la expedición de la nueva Ley de Cultura,  que se encuentra en la Asamblea Nacional desde hace 4 años; y la reestructuración de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.  En el primer caso, el trámite ha sido ya retomado por la nueva Asamblea Nacional y se espera que en los próximos 60 días, como mucho, sea una realidad. Con la nueva ley se podrá, al fin, constituir el Sistema Nacional de Cultura que permitirá también reestructurar la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Un clamor casi unánime del sector cultural.

Y el gran cuello de botella de la cultura nacional (y regional), la carencia de mecanismos eficaces de distribución y circulación.

Así mismo, es necesaria una relectura del pensamiento del patrono Benjamín Carrión. Pues aquella “teoría” de la nación pequeña también es ya caduca y no responde a las demandas y necesidades del actual Ecuador, en el cual la soberanía y  la dignidad ya están siendo recuperadas.  En todo caso, el país merece un nuevo marco legal para la gestión cultural y, sobre todo, merece instituciones culturales eficientes, inclusivas, transparentes y creativas.

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