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El Telégrafo

¿Qué será de hacer? (I)

04 de diciembre de 2013

Leo en un periódico privado los alarmantes datos estadísticos en relación con la violencia intrafamiliar y contra la mujer. Como ya es costumbre, y velada pero certeramente, se pone como una de las causas los ‘malos ejemplos’, pero creo que eso es inevitable, cada uno lleva el agua a su molino.


Sin embargo, sí resulta alarmante observar cómo en nuestro pequeño país las tasas de ataques contra la mujer y los niños y niñas son extremadamente altas.


La pregunta clave es: ¿qué será de hacer? Siempre nos ronda la tentación del castigo, y en tertulias femeninas y feministas esta idea circula como una de las más importantes: sanción ejemplarizadora para los agresores, eso acabará de una con todos estos problemas. Pero, ¿cuán real es esta visión? Los mismos agresores de mujeres, niñas y niños lo hacen, en una gran cantidad de ocasiones, como castigo ejemplarizador para cualquier transgresión que se haya cometido en la relación de pareja o en la vida familiar. La infracción es el pretexto.

Resulta alarmante observar cómo en nuestro pequeño país las tasas de ataques contra la mujer y los niños y niñas son extremadamente altas.
Buceando en el corazón de las personas, que quizás conforma el gran corazón de nuestro sistema social todavía tan enfermo de toda clase de males ancestrales, ¿qué es lo que nos puede llevar a tratar de tal forma a quien decimos amar, a la sangre de nuestra sangre, a la razón de nuestra existencia, como rezan todas las proclamas de cariño que en el mundo se dan? ¿Qué hace que un hombre aproveche la ventaja de su fuerza física, de su tamaño, de su edad… para atacar a la gente a la que debería acariciar?


Es obvio que las víctimas sufren, y muchísimo. Y necesitan protección y apoyo. Pero regresa la pregunta: ¿es el castigo al agresor una medida efectiva? En una sociedad en donde las madres educan a los hijos varones de una determinada manera, porque otra de las constantes suele ser el padre ausente, ¿qué falta o carencia conduce a que un hombre le tenga tanta fe al hecho de dañar? ¿Expresión de qué angustia, de qué vacío, de qué frustración son los golpes con que pretende imponer lo que se debería conseguir por la sola fuerza del cariño y de la sana aceptación de las jerarquías (no dictaduras) en el entorno familiar, así como del respeto, el cariño, el diálogo y la colaboración en el ámbito de la pareja?


No es un tema sencillo. Y aunque siempre se hace necesaria la regulación, con la sanción ejemplarizadora per se no se estará atacando la raíz del problema, pues con frecuencia el maltratador suele llevar en su alma la herida del maltrato… pero eso queda ya para una segunda entrega.

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