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El Telégrafo

¿Qué pasaría…?

19 de febrero de 2013

Por suerte, el Ecuador tiene a Rafael Correa. Y por suerte para la patria, nuestro
Rafael Correa triunfó abiertamente el 17 de febrero, garantizando de este modo el fortalecimiento y la consolidación de la Revolución Ciudadana que tan bien va encaminada.

¿Pero ustedes se imaginan lo que habría sucedido en el país si en este reciente compromiso electoral, el triunfador hubiera sido uno de los candidatos de la oposición?

De seguro que, luego de un impresionante festín, los dirigentes de aquellos grupos, obcecados con la decisión de destruir todo vestigio de la Revolución Ciudadana, se empujarían uno a otro tratando de hacerse oír exponiendo sus ideas de arrasar para siempre con aquellas magníficas obras construidas en el gobierno de Rafael Correa y que a sus representantes, cuando fueron gobierno, jamás se les ocurrió realizarlas, ni jamás lo intentaron.

Movidos por el odio a la eficiencia, al establecer comparaciones, sus pocas y maltrechas obras quedarían en muy mal predicamento frente a los hospitales, escuelas, colegios y viviendas de la Revolución Ciudadana, y someterían a furiosas campañas de desprestigio a sus artífices.

Y algo similar sucedería con los impresionantes puentes hechos realidad por Rafael Correa en diversos lugares de la nación, como el que une no solo a Bahía de Caráquez con San Vicente y Canoa, sino a amplias regiones de Manabí con sus innumerables poblaciones y sus plantaciones de diversos productos.

¿Y qué pasaría con el magnífico programa Manuela Espejo, de beneficio para los ecuatorianos que adolecen alguna discapacidad? De seguro que lo harían desaparecer, sin importarles la suerte de los cientos de miles de beneficiados, que ahora, ante la comunidad internacional, son ejemplo de la mejor atención para sectores de la población que antaño fueron sometidos al maltrato y la indiferencia.

De igual manera, la atención que se les da a los millones de estudiantes, al proveerlos de uniformes y libros de estudio gratuitos, así como la alimentación diaria que se les ofrece, desaparecerían, bajo el argumento de que el Gobierno venía gastando demasiado en programas sociales.

El país entonces, viviría la era de la destrucción de muchas de las obras hechas por la Revolución Ciudadana. Pero por suerte, nuestra realidad es otra.

El histórico triunfo de Rafael Correa el 17 de febrero, que aseguró con cerca del 60 por ciento de la votación su rotunda victoria electoral, nos promete un futuro luminoso, con nuevos y ambiciosos proyectos de beneficio para el pueblo, atendiendo -además- importantes obras de desarrollo para el país, como centrales hidroeléctricas y de energía y atención a los sectores rurales.

Será este el tiempo del fortalecimiento de la Revolución Ciudadana, que con sus obras dejará en la nación la huella imperecedera de beneficio para el pueblo, en su búsqueda constante de la felicidad para los ecuatorianos.

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