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El Telégrafo

“Que nadie se te cargue”

19 de julio de 2013

Un lujoso coche, del que desciende una bella mujer y se acerca a un hombre bien trajeado y lleno de joyas. Es el spot con el cual el Gobierno Nacional quiere demostrar que es necesario evitar que el narcotráfico se cargue la vida no solo de esa bella mujer sino de todos. Sin embargo, en ese mismo canal, y en otros, se emiten series como Los Tres Caínes, Las muñecas de la mafia, La viuda de la mafia, El capo, Sin tetas no hay paraíso y El patrón del mal.               

Es el dinero fácil, a través del cual se puede llegar a conquistar las más hermosas mujeres, tener los más lujosos coches y ejercer el poder que da el dinero. Y es la más clara evidencia de que el narcotráfico corroe todos los estratos de la sociedad. Ese mismo narcotráfico que en Colombia, y en el mundo, ha generado no solo corrupción, sino violencia y muerte. Y que a través de las “narconovelas”, como las llaman algunos, se pretende presentarlos como modelos a seguir, ya que los malos terminan apareciendo como buenos.

Y volvemos a lo mismo, por un lado criticamos el consumo de drogas, la corrupción, la prostitución y la violencia. Y por otro presentamos series y telenovelas en donde se las exalta. Sin duda, el lujo y el dinero atraen y seducen. Por ello alcanzan altos ratings de sintonía. Y ese éxito ha hecho que se conviertan en un nuevo género. Pese a las críticas, las series producidas con alto costo se venden y se emiten ya en decenas de países. Y es más, ahora mismo se producen ya otras dos series sobre otros narcotraficantes: Gonzalo Rodríguez Gacha y Griselda Blanco, la reina de la coca.   

Del narcotráfico se ha pasado a los paramilitares. En Los Tres Caínes, a los hermanos Castaño se los presenta como “almas providenciales destinadas a salvarnos de la hecatombe,” asegura María Jimena Duzán. Así, prosigue Duzán, “estos jefes paramilitares no aparecen como psicópatas ordenando el asesinato de miles de campesinos para quedarse con sus tierras, y así convertirlos en corredores para exportar droga, sino como hombres de familia”. Y por eso generó en Colombia un gran rechazo e indignación, incluso boicot para no verla ni auspiciarla.

El argumento es sencillo, son los malos los que convocan a las audiencias. Los buenos resultan aburridos. Son series producidas para obtener ganancias económicas. Sin embargo, existe también un grado de responsabilidad que deben asumir los canales de televisión. Y así lo establece con claridad la nueva Ley de Comunicación. Por eso, todos esperamos que estas series que exaltan al narcotráfico y la violencia sean reguladas. Del mismo modo que, como se dice en el spot, con la regulación del consumo de drogas cae el que tiene que caer.

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