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El Telégrafo

¿Qué hace Jeremy Hammond en prisión?

22 de noviembre de 2013

Hay un mundo oscuro que se ha construido en la última década. Un mundo donde las fronteras de lo corporativo y gubernamental se han disuelto como consecuencia de un poder agresivo y extendido que condena a quien es capaz de exponer sus vicios.

El mundo pos-9/11 ha emergido a partir de una serie de contradicciones donde se ha revivido una paranoia en inteligencia militar reminiscente de la Guerra Fría, donde hemos regresado a la ocupación efectiva de territorios en Medio Oriente como un reavivamiento del Destino Manifiesto y donde una vida, en el gran esquema de la cosas, no es más que daño colateral.

Los mártires de este mundo son anónimos. O se pierden en el frenesí mediático de lo irrelevante. El último prócer, Aaron Swartz, no es más que un recuerdo perdido en el caos de Internet. Y el mismo destino le espera a Jeremy Hammond, ‘hacktivista’ que fue condenado la semana anterior a diez años de prisión por ‘hackear’ la página web de Stratford, un contratista de inteligencia del Gobierno de Estados Unidos. Los correos que fueron extraídos de Stratford y publicados en WikiLeaks revelaron cómo Stratford buscaba utilizar la inteligencia almacenada para obtener ganancias en el mercado de valores. Revelaron también las fuentes que alimentaban esta inteligencia, incluido el ahora primer ministro Israelí Benjamín Netanyahu, y su interés por comenzar una guerra unilateral con Irán. Y se reveló, como adicional, las intenciones de Estados Unidos por deponer a Hugo Chávez apoyando un golpe de Estado.

Hammond fue atrapado únicamente cuando un ‘hacker’ convertido en informante del FBI lo incitó, tanto para ‘hackear’ a Stratford (por qué el Gobierno de Estados Unidos sacrificaría a Stratford sigue siendo un misterio) como para ‘hackear’ y obtener acceso a las páginas de oficiales de los gobiernos de Brasil, Siria, Irán y Turquía, entre otros. El acceso que Hammond obtuvo, del cual nunca se benefició personalmente, fue entregado al FBI. El FBI sostiene que fue solo una carnada. El acceso lo siguen teniendo.

La ironía se construye sola. Mientras hay un aparato mundial que ha explotado la seguridad global para vigilarnos y controlarnos, para ocuparnos y matarnos, y para hacerlo con impunidad, aquellos que están dispuestos a exponerlo son silenciados. Nadie ha sido enjuiciado por las muertes ‘colaterales’ de los ataques con drones en Yemen y Pakistán. Nadie ha sido enjuiciado por la extendida red de espionaje mundial. Nadie ha sido respondido por las torturas en las cárceles de Guantánamo.

Y mientras los Bush, y los Cheney, y las Rice y los Obama se paran por encima del bien y del mal, uno debe seguir preguntándose, ¿qué hace Jeremy Hammond en prisión?

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