En medio de una sincronizada descarga de odio del imperialismo rapaz y la prensa “independiente” de Latinoamérica, sometida a la oligarquía depredadora, ahora con la dirección de Nicolás Maduro, sucesor de Hugo Chávez, revolucionario que cambió el curso de la historia de su país, el pueblo venezolano se alista para pronunciarse mañana en las urnas por el afianzamiento de la democracia, la continuidad del proyecto socialista y el fortalecimiento de las instituciones que apuntan a una inaplazable y definitiva integración regional.
Los hechos históricos reflejan experiencias, revelan lecciones e iluminan el camino para no equivocarse jamás. Hoy, con la inspiración del pensamiento bolivariano, se vive un proceso de cambio o nueva independencia en el ámbito social y económico, de acuerdo con los principios del Socialismo Siglo XXI.
Con referencia a Venezuela, Hugo Chávez, vencido en su accionar por una cruel dolencia, en su momento, fortalecido ideológicamente, se convirtió en el tenaz combatiente contra el imperialismo en todas sus formas, ejecutó cambios profundos en beneficio de los más pobres de su patria, promovió como visionario del futuro la adhesión a los regímenes revolucionarios del mundo y contribuyó a crear y robustecer las organizaciones que propugnan la integración de la región como Alianza Bolivariana, Unión de Naciones Sudamericanas y la Comunidad de Estados Americanos y Caribeños.
El pueblo venezolano, en particular, aún no se recupera de su dolor por la inesperada partida del Comandante Chávez, mientras la pútrida oligarquía y columnistas de los medios comerciales de Latinoamérica festejaban su muerte e hipócritamente emitían notas de condolencia. En medio de la complicada y agresiva campaña electoral, el candidato de la derecha reaccionaria, Henrique Capriles y sus compinches, con el apoyo de los más ricos de Venezuela y del periodismo comercial, ensayaban intentos golpistas, insultos, prácticas de sabotaje, provocaciones y otros planes desestabilizadores del régimen de la Revolución Bolivariana.
Es que en el fondo vislumbran la victoria de los principios enarbolados por Hugo Chávez. Hoy Nicolás Maduro asume el compromiso de proteger y continuar, hasta su consagración, la obra de reivindicación social de la heroica Venezuela. A manera de estrategia urgente, plantea “la unión cívica–militar frente a la necesidad de que los cuarteles y casas sean una misma y que todos se conviertan en guerreros de una patria de paz y socialista”.
La oposición, con todo su poder económico y mediático, hasta el último minuto de la campaña electoral maniobró recursos para sabotear el proceso y llegó a la desesperación por el previsto triunfo del candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela, Nicolás Maduro, llamado por la historia a mantener muy en alto el emblema de la Revolución Bolivariana.
Referente al tema, Robert Kenndy y Goltfried W. von Leibniz, resumen en frases: “No hay nacimiento ni muerte, no hay sino transformación bajo la ley del progreso”. “Progreso es una bella palabra. Pero su motivador es el cambio, y el cambio tiene sus enemigos”. Chávez y Maduro simbolizan el cambio. Capriles representa el odio y el retorno al pasado.