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El Telégrafo

Psicópatas

26 de julio de 2012

El fin de semana pasado, luego de enterarme de los acontecimientos que desencadenaron en la masacre de las afueras de Denver (Colorado) en los Estados Unidos, cuando un loco despiadado irrumpió en una sala de cine durante el estreno de la película Batman, asesinando a 12 personas e hiriendo a más de 50, me llevó a concluir que las sociedades aparentemente desarrolladas están en franca decadencia moral y ética. Estas se componen de hombres y mujeres con cierto grado de patologías en sus comportamientos sociales, entre las que destacan las conductas psicópatas.

Los psicópatas son individuos absorbidos en sí mismos sin conciencia ni sentimiento alguno hacia los demás. Son amigueros, versátiles, mentirosos, manipuladores y atractivos. Utilizan a la gente como medio para alcanzar sus protervos fines. Son codiciosos y aman el poder, a lo que se agrega el placer especial que sienten al usurpar o quitar a los otros sus méritos para apropiárselos.

Les encanta ser admirados y se regodean cuando otros los adulan. Tienen un egocentrismo enfermizo y valoran a los demás solamente porque aumentan sus propios placeres o mejoran sus posiciones sociales. Un psicópata es muy talentoso para aparentar ser mucho más humilde que la persona promedio, pero es solo parte de su doble moral.

Por si fuera poco, una larga lista de atributos los delata: fluidez verbal, autoestima ostentosa, falsedad, carencia generalizada de emociones profundas y duraderas, falta de sentimientos de remordimiento o culpa. La esencia del mal está en ese ser humano que es carente de valores, espiritualidad, de afectividad, que no tiene empatía con sus congéneres y es indiferente al dolor del prójimo.

Correlativamente, el mundo actual está inmerso en una crisis económica, moral y de valores, pero, paralelamente a estos males, con las pérdidas de empleos que se producen a diario, hay que pensar que los adictos a las drogas se multiplicarán automáticamente, ya que la incultura generalizada busca tapar una desgracia con otra suerte adversa.

En poco tiempo, van a ser pocos los psiquiatras para atender a los enfermos mentales, debido al número no previsible de psicópatas que deambularán sin rumbo por las calles de las ciudades, a la caza de robos y crímenes. En el entorno presente, las masacres seguirán conmoviéndonos porque nadie controla la proliferación de armas. La industria armamentista tiene mucho poder en la sociedad contemporánea.

Esta nueva matanza trae un poderoso mensaje simbólico: un psicópata disparando desde la pantalla justo cuando se proyectaba una escena de un tiroteo y la gente que se divierte viendo violencia en las películas, a la vez va muriendo en una balacera salida de las pantallas.

En conclusión, sería oportuno comenzar a diseñar sobre el plano de la mafia del comercio de armas y drogas, las medidas eficaces que se puedan tomar para erradicar la violencia social. Entonces, los jefes de Estado y de Gobierno tienen la palabra.

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