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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

Proyectos y paradoja

05 de agosto de 2014

Los seres humanos, para adaptarse al medio ambiente en su proceso evolutivo, necesitaron su raciocinio y capacidad de invención para encontrar soluciones para su supervivencia, a diferencia de los demás organismos vivos, los cuales, para su adaptación, cuentan con la capacidad biológica de mutación y selección natural.

En este proceso, los seres humanos alteraron el ambiente natural artificializando las condiciones existentes mediante la introducción de instalaciones, lo cual generó reacciones en el medio ambiente natural. Actualmente los proyectos de desarrollo, en condiciones más sofisticadas, no son otra cosa que la artificialización de la naturaleza en provecho del hombre.

La estructura que adoptan los proyectos es la de un sistema, el cual necesita recursos para, mediante la aplicación de metodologías y utilización de herramientas, lograr sus objetivos, manteniendo control sobre la integridad del sistema y su contacto con el ambiente donde se encuentra establecido. Si el sistema no se integra al medio ambiente, es un sistema cerrado y, por efectos de la entropía (fenómeno de degradación de la energía), se desintegra.

Por esta razón, los proyectos de desarrollo deben integrarse al medio ambiente y contar con investigaciones y el conocimiento, tanto del ámbito como de la zona de influencia, para lograr que las acciones generadas por el proyecto sean positivas. Sin embargo, no son pocos los casos en los cuales los efectos negativos generados por los proyectos superan a los positivos, ocasionando severas pérdidas financieras y la consiguiente frustración de los usuarios.

Los proyectos constituyen una de las estrategias para dinamizar el progreso de los países denominados subdesarrollados, definidos como aquellos en los cuales “sus recursos naturales y humanos se utilizan con fines económicos en un grado muy limitado, debido a la falta de capitales, medios técnicos, personal especializado, mecanismos administrativos y estímulos a la población trabajadora bajos”.

El mayor número de países (incluido el nuestro) con estas características se localiza en la franja intertropical, paradójicamente considerada como la despensa de recursos naturales renovables del planeta, mientras que sus pueblos, mediante los proyectos, privilegian los productos exportables a precios impuestos por los mercados, no tienen capacidad para revisar el valor financiero de los paquetes tecnológicos importados necesarios. Esta asimetría limitó los resultados esperados por la llamada Revolución Verde.

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