Desde mis 12 años, edad en la que asumí públicamente mi orientación sexual, he palpado mucha ignorancia respecto a las poblaciones GLBTI y, en ocasiones, manifestada por escrito por líderes de opinión y personajes de influencia en la vida pública. Un ejemplo de aquello es el editorial publicado por El Telégrafo el lunes 10 de junio de 2013, escrito por Alfredo Vera, “cuco viejo” de la política en el Ecuador.
En gobiernos anteriores, ministros de Educación, como el mismo Alfredo Vera, no generaron cambios en la muy conocida criminalización que sufrían niñas y jóvenes embarazadas en las escuelas y colegios, a quienes se las expulsaba de los centros educativos por el simple hecho de ser madres, dejando a la deriva la crianza de los niños y niñas a hogares “no nucleares”, mujeres a quienes no se les tenía permitido romper las reglas patriarcales ni cuestionar sus razones.
Cuando en 2006 la Revolución Ciudadana comenzó a generar una Patria para Todos también comenzamos a nacer quienes por muchos años éramos fantasmas que tratábamos de ser tomados en cuenta dentro de una sociedad machista, patriarcal, discriminadora y homófoba, revolución que de alguna manera puso un alto a injusticias como las arriba detalladas.
Ya en 1998 se incluyó el Art. 23 numeral 3 que habló de la no discriminación por orientación sexual, articulado que jamás pudimos aterrizar los y las GLBTI. En todo ese tiempo jamás tuvimos acceso a garantizar uniones de hecho a personas sexualmente diversas, mucho menos garantizar nuestros bienes materiales o el de nuestros cónyuges. En 2008, con la Revolución Ciudadana, es cuando se reconocen las uniones de hecho a las diversidades sexuales, sin embargo establecimos candados en otros campos, como el matrimonio igualitario y en la adopción para las familias diversas.
En este nuevo reto, donde los ecuatorian@s buscamos que exista Patria para Siempre, evitamos hablar y replicar que las orientaciones sexuales diferentes a las heterosexuales “perturban a terceros”, en otras palabras, no se criminaliza a l@s GLBTI en ninguna manifestación posible.
El presidente Correa, que a mí me conste, nunca ha manifestado que los y las GLBTI seamos malos padres, mucho menos que podríamos ser una influencia perturbadora para alguien, lo que sí ha dicho es que constitucionalmente no es posible y que sus creencias personalísimas solo validan el matrimonio y las adopciones a personas de distinto sexo, por lo que, para no irme muy lejos, demostraré que estudios de las más prestigiosas universidades de las Américas, como el de instituciones científicas de gran calado en el mundo, no solo que no encuentran daño en los menores adoptados por parejas sexualmente diversas sino que recomiendan su adopción, como la Universidad Autónoma de México (2010), la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia (2012), Universidad de Buenos Aires, la Academia Americana de Pediatría (AAP), entre otras a lo largo y ancho de toda América.
Recuerdo las disculpas públicas que dio el presidente Evo Morales de Bolivia, a las poblaciones GLBTI de toda América, luego de que sin pensar dijera: “El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres”. O: “La calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, donde casi todos son calvos, y ello es por las cosas que comen, mientras que en los pueblos indígenas no hay calvos, porque nuestra alimentación es diferente”.
En esa misma lógica espero que quien dijo sin fundamentos científicos ni sustentos antropológicos que “por algo será que entre las comunidades indígenas, ancestrales y aborígenes de nuestro país, que fundamentan su mundo en la naturaleza, casi no existen gays ni lesbianas” se retracte y pida disculpas por fomentar el odio, la violencia y discriminación a las poblaciones GLBTI de todo el Ecuador.