En cada inicio de año hacemos promesas respecto de temas que consideramos necesario iniciar o concluir. Tal como acontece en la vida privada, quisiera que, a nivel colectivo, quienes participamos del proyecto de la Revolución Ciudadana formulemos propósitos y tratemos de cumplirlos en este año que será decisivo, pues se trata del lapso en el que se definirán las candidaturas a la Presidencia y Vicepresidencia de la República y a la Asamblea.
En primer lugar, me gustaría que quienes vivimos este proceso hagamos memoria del país en el cual transcurrió buena parte de nuestra existencia antes de 2007. Para bien o mal, la mayoría reconoce que a partir de entonces se han dado cambios irreversibles. La Constitución aprobada en 2008 se orienta a la construcción de una sociedad nueva, en la cual primen valores como la solidaridad, la armonía con la naturaleza, la priorización de los derechos a la salud, educación, seguridad social, justicia, sin distinciones raciales, sexuales, religiosas, o de cualquier otra índole; y enfatiza en la supremacía del trabajo sobre el capital, para alcanzar el buen vivir. Con esta consideración, ninguna candidatura que ofrezca menos de lo alcanzado tendrá éxito; el pueblo ecuatoriano ha tomado conciencia de que debe protagonizar y participar en los diversos ámbitos de la acción ciudadana y no está dispuesto a volver atrás.
En segundo término, ofrezcamos eliminar nuestras pequeñas ambiciones personales que llevan al alejamiento y aun a la traición. Procuremos elegir a los mejores para las diversas dignidades y no adoptemos la actitud egoísta de “si no me nombran me retiro o dejo de cooperar”. Olvidemos las rencillas que tienden a dividirnos. Desterremos para siempre aquello de pensar que si fulano es nombrado, zutano y “su grupo” tendrán más espacio y hay que impedirlo. Preocupémonos solamente de que nuestros candidatos sean hombres y mujeres fundamentalmente honestos, porque 2012 será muy difícil: la derecha se jugará a fondo para recuperar sus privilegios y acudirá a cualquier medio.
Seamos generosos y aceptemos el lugar que la Revolución nos asigne. Participemos donde ella nos necesite.
Ojalá que aquellos que aspiran a la segunda magistratura se miren en el espejo de Lenín Moreno y hagan una autocrítica para saber si están a la altura de su lealtad, desprendimiento y espíritu de trabajo.
La candidatura a la Presidencia no está en discusión. El pueblo ha entregado a Rafael Correa ese derecho y ese deber.