Desde los inicios de la década de los años 90, desaparecida la ex Unión Soviética, prevaleció el unipolarismo ejercido por los Estados Unidos como potencia, única dueña de la verdad y del pensamiento, que llegó a creer “en el fin de la historia y el comienzo de la felicidad humana”.
Los Estados Unidos emprendieron una ofensiva para tomarse las Naciones Unidas y ponerla a servicio de su poder hegemónico mundial. El afán de dominio total en la ONU de parte de los Estados Unidos, a través de la secretaria de Estado Madeleine Albright se inició contra el segundo mandato del egipcio Butros Ghali quien “se proponía contribuir a la recomposición de un sistema de relaciones internacionales basado en la rivalidad Este-Oeste y carente de sentido tras la implosión de la URSS”.
A partir de entonces gran parte de la ONU fue tomada por los Estados Unidos con intervenciones militares usando como brazo ejecutor a la OTAN. Inicialmente el dominio unipolar en las Naciones Unidas era utilizado más por la Casa Blanca como justificación moral de las intervenciones extranjeras “ante los ojos de los mismos norteamericanos”.
El unilateralismo y unipolarismo nuevo consiste en que los países aliados contribuyan con dinero y tropas bajo la conducción de los Estados Unidos. Brendt Scowcroft y Arnold Kanter, dos eminentes miembros de la administración de Bush, explicaron el papel de Estados Unidos en el resto del mundo: “El hecho de no estar dispuesto a seguir la pesada tarea de ejercer el liderazgo internacional, y de inclinarse no solo a compartir la carga, sino a desembarazarse de ella. Para simplificar, el nuevo unilateralismo sobreentiende una concepción de la política exterior por la que desde ahora Estados Unidos se ocupará del mundo cuando deba, pero únicamente a su manera, según su calendario y con sus propias condiciones”.
La ONU cada día se encuentra más en crisis a medida que la conciencia planetaria aumenta y quedan en evidencia sus acciones hegemónicas: las “acciones humanitarias”, sus acciones “antiterroristas”, el derecho a considerar enemigo a personas y países, el decidir quiénes deben tener armas nucleares y quiénes no y el tener dispositivos de desplazamientos de tropas de contingentes europeos dirigidos enteramente por norteamericanos.
Sin embargo, la conflictividad mundial ha aumentado por el poder creciente de varios países, como China, Rusia, India y Brasil, y otros que están desplazando el poder hacia un multipolarismo.