Publicidad

Ecuador, 23 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Primero lo primero

09 de agosto de 2012

Soy panelista en un programa radial de entrevistas y comentarios. Durante varios meses hemos  tenido en nuestro estudio a varios candidatos y no candidatos a la Presidencia de la República expresando sus ofertas de campaña.

Todos son anticorreístas, pues parece que es la manera más fácil de ser “presidenciable”.  Ninguno ha presentado planes y propuestas sobre aquello que realmente importa en nuestros tiempos. Los ciudadanos nos preguntamos: ¿Cuáles son los retos fundamentales que necesitan cumplirse para hacer que el país prospere o se hunda? Coincido con los estudiosos de la administración de negocios en que hay cinco temas críticos: valores, innovación, adaptabilidad, pasión e ideología, que deben ser tomados como ejes de cualquier plan de gobierno. Veamos cómo nos ayudan a aclarar las ideas.

En primer lugar, en una economía de libre mercado siempre ha habido excesos, pero recientemente banqueros rapaces y ejecutivos de empresas inescrupulosos han alcanzado increíbles niveles de egocéntrica irresponsabilidad. En un mundo justo y con valores, por otra parte, ellos deberían ser enjuiciados por su maldiciente capitalismo. La ausencia de valores hace que la gente confíe muy poco en sus líderes y sus gobiernos.

Además, la economía es globalizada,  lo cual provoca imitación inmediata. Sin innovación, el éxito es fugaz,  pues productos y estrategias pueden ser fácilmente copiados. Innovación es la única estrategia sustentable para crear  valor a largo plazo. Para eso necesitamos fijar nuevas prioridades y actitudes de toda la sociedad ecuatoriana. Una nueva cultura-país.

Y todos somos testigos de que la aceleración del cambio hace que tengamos rápidas renovaciones de las estrategias.  El cambio profundo es normalmente consecuencia de una grave crisis y cuando ahí se presenta es tardío, es  traumático y es costoso. Y esto ocurre porque tendemos a perpetuar el pasado en lugar de animar un cambio proactivo.

Desgraciadamente los grupos del pasado son más poderosos que los del futuro. Pero en un entorno en el que los líderes industriales pueden rezagarse de la noche a la mañana, la única manera de estar adelante es reinventar el éxito. Eso es adaptabilidad.

Pero tenemos que reconocer que la innovación y el deseo de cambio son productos de la pasión. Son los frutos de un válido descontento con el statu quo. Lamentablemente el común ambiente de trabajo mata la pasión. Las estructuras piramidales y los objetivos mediocres le quitan la vitalidad emocional al trabajo, lo cual tal vez no importa en una economía del conocimiento, pero sí en una economía creativa.

Los clientes desean lo excepcional que pocas organizaciones pueden ofrecerles. No es que carezcamos de competencia, sino de ardor. En los negocios, como en la vida, la diferencia entre insípido e inspirado es la pasión.

Finalmente: ¿Qué hace que las organizaciones sean menos adaptables, menos innovadoras, con menor espíritu y menos nobles que la gente que trabaja en ellas? ¿Qué es lo que les hace inhumanas? La respuesta es que practican  una ideología de administración que deifica e idolatra al control. Comprendemos que son necesarios presupuestos, objetivos, políticas operativas y reglas de trabajo para crear valor económico en una sociedad, pero ahora esto contribuye cada vez menos que antes.

Lo que realmente crea valor es un sorpresivo y brillante nuevo producto, una rara campaña de publicidad que motive la muy temprana experiencia de un novel consumidor. Mejores modelos de negocios no son suficientes, necesitamos mejores principios de negocios. Necesitamos una ideología humanizada empresarial que profese el buen vivir.

Aquí están los temas que deben discurrir los candidatos, si quieren tener éxito con el país. El país es su gente, sus instituciones, sus organizaciones, sus empresas. Pongan primero lo primero.

Contenido externo patrocinado