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El Telégrafo
Fredy Lobato

Presidenciables y la homofobia

03 de octubre de 2020

Hace casi 25 años, revista Diners publicó un especial con entrevistas a candidatos presidenciales en la que destacó una pregunta que, por primera ocasión en el periodismo ecuatoriano, dejaría atónitos a esos políticos: ¿Qué haría usted si tuviera un hijo homosexual? Las respuestas fueron inverosímiles. Para entonces el único acertado fue León Roldós: “respetaría su decisión”; mientras que la más homofóbica vino del socialcristiano Jaime Nebot: “eso nunca podría pasar”.

A ninguno de ellos se le ocurrió plantear una política de no discriminación. Para entonces, estaba penalizada la homosexualidad. En esa misma campaña, tuve una entrevista exclusiva con el candidato roldosista, Abdalá Bucaram, para el canal en que laboraba. De visita en Quito, buscaba negociar quién lo acompañaría en su binomio. Se me ocurrió interrogarle extra micrófono si habría la posibilidad de que sea una mujer. La respuesta más grotesca y sin sentido que salió de su pensamiento machista fue: “no soy bisexual ni para mariconadas” (sic). Recordemos quién lo acompañó en la papeleta y en su fugaz paso por Carondelet: Rosalía Arteaga.

Volví a leer una entrevista con la misma pregunta nuevamente en Revista Diners, en 2002. Lucio Gutiérrez (contrario a sus posturas actuales), aspirante de la izquierda, también habló de respeto si tuviera un hijo homosexual. De entonces para acá, mucha agua ha corrido bajo el puente y las leyes son diferentes para la visión política de ciertos partidos y candidatos, si pretenden ignorar conquistas y derechos para ciudadanos LGBTI en Ecuador.

Asimismo, desde 2006 a varios activistas se nos ocurrió hacer un ránking de presidenciables más amigables con la causa; y una aproximación para invitarlos a acompañar las marchas del Orgullo y orientar el voto en electores LGBTI. Cynthia Viteri aceptó jovial acompañar en Guayaquil; mientras que el asesor del correísmo, Juan Carlos Toledo ofreció “mandar una bomba”. Y aunque Correa se disculpó, exabruptos así hoy condenarían al candidato; no olvidemos la suerte de Nelson Zavala en 2013: último lugar y una sanción electoral por homofobia. (O)

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