El periodismo “independiente” siempre se ha considerado un poder, ha intervenido en onerosos negocios, ha influido en las decisiones gubernamentales y ha asumido el liderazgo de la derecha reaccionaria, así consta en la historia, desde el inicio de la era republicana, hasta el crucial momento. En su intención de no perder hegemonía y el control de una favorable opinión pública, mantiene pertinaz publicidad exhibiendo el cansino eslogan: “la defensa de la libertad de expresión”.
La campaña de los medios privados contra lo que ellos llaman “ley mordaza” no funcionó; los plantones con la asistencia obligatoria de sus empleados y periodistas defenestrados pasaron inadvertidos; ahora invocan a sus aliados la SIP, la UNP de Pichincha, Fundamedios y, por último, a la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias, (WAN-IFRA) siglas en inglés, como finales recursos para recuperar espacios por la presencia de un gobierno decidido a derribar mitos y a construir una nueva patria.
Los visitantes internacionales de la WAN-IFRA, no invitados, por lo menos reconocen la existencia de desafíos y carencias del periodismo, tanto en Ecuador y otros países, pero con planteamientos diferentes para la búsqueda de soluciones. Es indispensable puntualizar que los medios “independientes”, prensa, radio y televisión prescinden de la objetividad en la noticia y, en el género de opinión, confunden criterios con injuria.
Suelen difundir informaciones, principalmente políticas, cercenadas, con desequilibrio en su estructura y, en algunos casos, basados en rumores. En la entrevista y reportaje, que no son géneros de opinión, el comunicador especula, agrede y conspira, en contradicción con los fines del periodismo: “informar la verdad con sustento de fuentes directas”. En el ámbito de la opinión, la mayoría de los columnistas busca notoriedad y el beneplácito de los dueños del medio donde trabaja. Hay periodistas que no aceptan la docilidad y emigran a otros lares para ejercer su profesión con honor y dignidad.
El país pide y exige una prensa nueva. Condena a los medios que promueven la insurrección y ocultan, impúdicamente, las grandes obras del gobierno de la Revolución Ciudadana. El periodismo “independiente” crítico ayuda a fortalecer la democracia, pero el que gira en defensa de sus intereses y sus aliados, pierde espacio y cultiva el desprecio de los ecuatorianos.