Según su propia versión, la prensa “independiente” y sus empleados periodistas abrieron en tiempo pretérito la campaña electoral en apoyo a la oposición política o derecha reaccionaria. Confundidos, difunden que el Presidente de la República insinúa no comprar los “medios impresos privados” y no votar por la demagogia de la casi extinta partidocracia y que esa actitud significa intervención partidista.
El líder de la Revolución Ciudadana, en su mensaje sabatino, desde el inicio de su régimen, semanalmente, rinde cuentas de su gestión, revela pautas para mejorar la administración pública y denuncia a sus enemigos saboteadores. Esa modalidad se armoniza con la responsabilidad del Mandatario de demostrar en obras su entrega a los pobres y a la patria; a diferencia de la prensa privada, que a partir de la inauguración de la era del cambio se convirtió en el eje de la difusa oposición política.
Los medios independientes, prensa, radio y televisión se arman de estrategias para agredir con fiereza y odio enfermizo a Rafael Correa Delgado y sus aliados. Elogian ahora al MPD, enemigo de ayer, y lo califican como partido que tiene consolidada su estructura nacional; al PRE, en su agonía, les concede extensos espacios a manera de respiración artificial y por otro lado, para evidenciar su mediocridad mediática, silencian la visita de Ernesto Laclau, Ignacio Ramonet, hombres de pensamiento reflexivo; y recientemente ocultaron la presencia en el país de Camila Vallejo y sus compañeros de lucha en Chile por sostener, tal como en Ecuador, que los medios de comunicación “independientes” son “solo instrumentos de los poderes económicos”.
Como estrategia de la campaña electoral, la prensa privada comercial distorsiona la objetividad en el manejo de la noticia, y en el ámbito de la opinión los articulistas se limitan a compartir el modo de pensar de los dueños del negocio de la comunicación. A manera de ejemplo, en el caso del prefecto de Cotopaxi, destituido de acuerdo con el informe de la Contraloría, acusado de nepotismo y desvíos administrativos, los medios particulares asumen su defensa, mediante despliegue informativo parcializado por tratarse de un aliado de la derecha.
Es obvia la respuesta del Jefe de Estado, no es parte de la campaña, de no comprar esa clase de periódicos como contribución a la Revolución Ciudadana y la posibilidad de solo conceder entrevistas a los medios públicos y comunitarios sin fines de lucro. Y no se diga que esa decisión es campaña electoral. Lamento para los periodistas que se movilizan con la mentira y el grato reconocimiento a los que escriben por convicción.