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El Telégrafo

Por sus obras los conoceréis

12 de febrero de 2014

Mientras campean ciertas quejas, en medio de la tupida vegetación de la vida cotidiana, aparecen pequeñas flores.

La primera que recogimos fue en diciembre: un humilde disco compacto que seguramente para los quejumbrosos es pura paja: la música de uno de esos compositores ignorados, desconocidos por la mayor parte de la población de nuestro país, diez de los villancicos con que las familias todas amenizan las novenas de Navidad sin haber tenido idea durante mucho tiempo de lo que estaban cantando y la música de quién estaban destemplando. En versiones en donde campeaba una respetuosa creatividad, y en las voces de artistas populares ecuatorianos como Pamela Cortés, Jorge Luis Del Hierro, Mariela Condo, entre otros, la música de Salvador Bustamante Celi encendió esta Navidad con una luz especial.

A veces, basta un cambio de perspectiva en la mirada para comprender que el cambio de nuestro país no solamente está en lo económico o en lo social.Pero no fue la única. A esa bella selección siguió el primer volumen de una Antología del Rock Ecuatoriano. Y la semana pasada apareció otro disco compacto que, quizá tanto como el de Navidad, es una tentación a la nostalgia, sobre todo para quienes andamos alrededor del medio siglo (o un poco menos, ya): la colección de diez baladas ecuatorianas de los años 80, la época del pop, interpretadas esta vez con el acompañamiento de una banda sinfónica.  

Llama la atención el trabajo por lo pulcro, por lo cuidadoso, porque más allá de un proyecto divulgativo, comercial (que también es legítimo) o técnico e incluso artístico, encontramos y percibimos una labor hecha con precaución, con el amoroso cuidado que solamente se pone en las cosas propias.

En este mismo espacio, y en otros, se ha manifestado esa dolorosa inconformidad experimentada cuando el verdadero arte y los verdaderos valores musicales de nuestro país habían sido desplazados por productos de dudosa calidad, de ínfima pulcritud, y que con frecuencia resultaban insultantes por lo simples y exentos de valor artístico, amparados solamente en un total desprecio al público, a quien se consideraba digno de cualquier cosa, menos de presentaciones de verdadero valor, en donde se muestre el talento que siempre ha existido entre nuestros artistas.

A veces, basta un cambio de perspectiva en la mirada para comprender que el cambio de nuestro país no solamente está en lo económico o en lo social. La recuperación del bello patrimonio de nuestra más valiosa música popular nos muestra que también hay un cambio que puede tocar la nostalgia y la emoción como parte de la historia cultural y sentimental de nuestro pueblo.

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