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El Telégrafo

¿Por qué se disfrazan de izquierdistas?

24 de julio de 2012

Pues los hay por todos lados. Al interior de nuestro país y también en el plano internacional. Individuos o grupos cuyo criterio y acción son indiscutiblemente opuestos a los principios que sustentan las organizaciones progresistas.  Sin embargo, pese a su esencia de derecha -que se opone a cualquier justo cambio democrático y humanista a favor de los sectores populares- utilizan etiquetas izquierdistas, decididos a desorientar a la ciudadanía. Empezando por los nombres, aquellas agrupaciones políticas tratan de engañar con eso a la opinión popular.

Veamos. Como en las diferentes consultas que ha hecho el Gobierno a nuestro pueblo, han triunfado las propuestas del presidente Correa, los grupos de oposición se sienten golpeados, lesionados, debilitados. Se empeñan en creer entonces que la solución a esta preocupante situación será la unión de las escuálidas fuerzas que cada uno de ellos significa en las urnas. En consecuencia, decidieron unir sus flaquezas, sujetos a la quimera de que así podrán vencer a los candidatos oficialistas con los votos del  pueblo.

¿Pero es que acaso aún no se han dado cuenta de la abrumadora mayoría que apoya a Rafael Correa? Y esto se debe a la trascendental labor transformadora del actual Gobierno, que quienes hacen oposición jamás pensaron que sucedería. Porque a aquellos que fueron gobierno en años anteriores ni siquiera se les ocurrió emprender  los cambios que venía necesitando el país. ¿Para qué?, pensaron. Si así todos ellos estaban mejor, manteniendo el statu quo de un grupo minoritario  de ecuatorianos privilegiados, dominando a las mayorías nacionales sometidas a su arbitrio.

Por otra parte, no solo el Ecuador sino un buen número de países de América Latina viven un proceso de transformación radical política, económica y social, encaminada hacia un socialismo humanista, solidario con el ser humano y con la naturaleza, al servicio de las mayorías, cambios que van en busca de la equidad y la justicia fundamentadas en una auténtica democracia. Y cuando empiezan procesos de esta naturaleza, al parecer nada ni nadie los detiene, rechazando a los sistemas obsoletos que pasan a ser fórmulas del ayer. 

¿Pero por qué utilizan ese disfraz de izquierdistas aquellos grupos políticos -o de vividores- anquilosados en  la ultraderecha, ávidos de que se mantengan o retornen los “tiempos dorados y felices” que parecen estar terminando desde el año 2007, cuando empezó la aplaudida labor de la Revolución Ciudadana? ¡Por supuesto que lo entendemos!: el pueblo es analítico y, por lógica, sabe comprender la realidad. Por ende, prefiere siempre y más que nunca ahora, tener como gobernantes a quienes se preocupan por entregar a las mayorías aquello que les  es beneficioso y al país lo que necesita para su desarrollo, que significa su redención.

En pocas palabras, prefieren a los grupos políticos de izquierda. Pero a los auténticos izquierdistas. A quienes en verdad, sin engaños ni subterfugios, trabajan de manera inagotable en la forja de una realidad sin miserias. En cambio, el pueblo rechaza a aquellos que se dicen izquierdistas mientras caminan por la vereda opuesta. Como a los integrantes de la facción de Pachakutik que se siente enemiga del indigenado que no pertenece al mencionado grupo político; o a los del MPD, que más que socialistas, como dicen ser, son anarquistas que hasta hace pocos meses manipularon en forma dolosa al estudiantado y al magisterio nacional y se aliaron con las derechas del país; o a los de Sociedad Patriótica, cuyo líder, a los pocos días de haber sido elegido presidente de la República, viajó a Estados Unidos a ponerse a las órdenes de Washington que enviaba a Quito a sus representantes para controlar la planificación y aplicación del presupuesto nacional. ¿Cuándo será que todos ellos se quiten el disfraz de izquierdistas con el que tratan de engañar al pueblo, y que se presenten tal y cual son, lobos disfrazados de corderos?

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