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El Telégrafo

¿Por qué las cosas salen mal?

21 de junio de 2012

El Dr. Lawrence Peter era psicólogo, educador y muy particularmente un especialista en “jerarcología” que se hizo famoso en la década de los sesenta por su Principio de Peter que dice: “En una jerarquía, cada empleado tiende a subir hasta su nivel de incompetencia…con el tiempo cada posición propende a estar ocupada por un empleado  el cual es incompetente para llevar a cabo sus deberes…el trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia”.

Este modo satírico de mirar la forma como funcionan las organizaciones jerárquicas es uno de los más profundos principios de administración, que es tan válido ahora como hace medio siglo.

Miremos los partidos políticos tradicionales, por ejemplo: todos tienen una estructura jerárquica muy rígida y definitivamente llegaron finalmente a un estado en el que sus posiciones de mando estaban cubiertas por incompetentes. Pero para su desgracia, todavía insisten en mantener a los mismos ineptos en sus directivas. Peter evidenciaba esta situación mediante una muestra de absoluta desazón: “No estoy totalmente seguro de si el mundo está conducido por incompetentes que son sinceros, o por pillos que nos toman el pelo”.

Los “presidenciables” producto de los partidos políticos tradicionales se ajustan muy bien a esta incertidumbre. Alcanzaron el suficiente poder político que arbitrariamente concede el poseer una tienda partidista y todos dieron  claras muestras de incapacidad que, parafraseando a Peter, podemos decir: “los ecuatorianos no sabíamos si sus manifestaciones de incompetencia eran esfuerzos sinceros de tontos muy aplicados o la forma de burlarse del país de bufones burdos”.

¿Qué nos ofrecen estos usados políticos de pacotilla? Pues sinceramente: confusión. William Arthur Ward, uno de los más inspirados autores americanos de máximas de motivación personal, hace el siguiente análisis: “El político mediocre habla, el político bueno explica. El político superior demuestra, el líder político excelso inspira”.

La exagerada producción de nuevos “presidenciables” sigue perfectamente el Principio de Peter que es una tendencia, pero no algo inevitable. El sistema anima a los individuos a trepar hasta sus niveles de incompetencia. Un buen banquero -asumiendo que los banqueros son buenos- busca algo que está por encima de su nivel de incompetencia para tratar de transformarse en un candidato a una posición todavía no definida, pero que evidentemente rebasa su nivel de competencia.

Y apuradamente, las fuerzas reaccionarias a la Revolución Ciudadana promocionan a jóvenes -que sin discusión son políticos mediocres- a terciar en la dura campaña electoral hacia la Presidencia de la República del Ecuador. Y me parece que no buscan esta Presidencia con ánimo de servicio y demostración de sus habilidades, sino como una  tendencia a su necesidad de ocupar el mayor puesto jerárquico disponible. Y caer, por supuesto, en su nivel de incompetencia. 

Recuerden estimados lectores, esta es una tendencia que ya sabemos cómo evitarla. Simplemente elegir al político excelso. Aquel que es la voz del país e inspira a sus conciudadanos a encontrar su voz, que demuestra con obras su gestión, que explica cómo vamos a llegar al objetivo definido y que habla sin miedo de los temas que tenemos que conocer.

Por otra parte, merecen el mayor respeto aquellos líderes que reconocen sus límites de incompetencia y valientemente rechazan la tentación de conseguir aquellas posiciones que no necesitan. La frenética búsqueda de alguien que compita con el presidente Correa hace que ciegos opositores calienten las orejas de gente que de ninguna manera puede aspirar al solio presidencial.

Las cosas salen mal -y han salido mal- cuando hemos elegido candidatos por encima de su nivel de competencia.  Aceptemos uno de los famosos corolarios al Principio de Peter: “En cualquier momento en que haya algo que valga la pena hacer, vale la pena encontrar a alguien competente para hacerlo”. Cinco años de efectiva labor de este gobierno le dan a Rafael Correa la mejor recomendación para que nosotros, el pueblo, respaldemos su reelección y así  evitemos el riesgo de votar por otro candidato con quien las cosas seguramente saldrán mal.

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