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El Telégrafo
Maria Paz Jervis

¿Por qué ir a votar?

01 de febrero de 2021

El día domingo se celebran elecciones en el país. En medio de una pandemia de salud sin precedente en la historia contemporánea, los ecuatorianos y ecuatorianas que tenemos entre 18 y 65 años de edad tenemos que ejercer el derecho (obligatorio) de ir a votar. Para las personas de 16 y 17 años, así como para los mayores de 65 años es opcional.

En esta elección se estima que el ausentismo será muy alto, por el miedo al contagio ante escazas medidas de bioseguridad.  Y ciertamente se respira hastío por parte de la ciudadanía en la clase política, hay poca esperanza en que el impacto del voto genere cambio en el destino de nuestro país.  Definitivamente el nuevo gobierno, cualquiera que sea no podrá cambiar en 4 años el contexto social y tendrá una gestión cuesta arriba. 

Propongo dos razones por las cuales es indispensable que este próximo día domingo 7 de febrero salgamos a votar:

La primera razón es que, si tú no votas, alguien más decidirá por ti. El voto en nuestro país constituye uno de los principales mecanismos de ejercicio de la ciudadanía. La ciudadanía entendida como la relación constante entre el individuo, la comunidad y el Estado; en términos de Marshall, la ciudadanía es un status de plena pertenencia de los individuos a la sociedad.  

Efectivamente el derecho al voto, que además es obligatorio, no es la única manera de vincularte con tu comunidad, pero sí representa un acto de formal de expresión sobre la conducción política del país. Es muy probable que no encuentras candidatura de tu agrado entre las listas inscritas, pero es necesario asumir la responsabilidad de que el sistema político vigente con las fallas que tiene deriva de las decisiones que tomamos como sociedad. Abonar para un cambio está en nuestras manos. Si no participas en la política formal al menos tienes la obligación de ser parte de la toma de decisiones a través del voto. Nada va a cambiar en tu comunidad, en tu futuro, ni en el de tus hijos y ni tus nietos, si tú te ausentas.

La segunda razón, y quizás la más potente para mí como mujer ecuatoriana, es que muchas personas lucharon para que yo tenga el derecho a votar. Las nuevas generaciones nacieron bajo una estructura política que ha ampliado el catálogo de derechos y ha evolucionado en el reconocimiento de la ciudadanía. No fue siempre así. El voto es universal recién desde el siglo XX, en el año 1929 se amplía este derecho a las mujeres mayores de 21 años que supieran leer y escribir y es recién en la Constitución de 1978 que se eliminan muchas de las restricciones y se amplían las sedes del voto, por ejemplo, se faculta a las personas analfabetas a votar. 

Mis abuelas nacieron en los años 1908 y 1923. Ellas ejercieron una ciudadanía con muchas limitaciones, su capacidad civil para comparecer a la vida pública al ser mayores de edad estuvo supeditada a la representación legal de sus respectivos padres, en su ausencia a la representación de sus hermanos hombres y una vez que se casaron las representaron sus respectivos esposos, es decir mis abuelos.

Yo voy a votar este domingo porque me importa el futuro de mi comunidad, porque mis hijos se merecen un Ecuador más próspero, más justo y más ético; y sobre todo porque gracias a mis abuelas y a tantas otras mujeres y hombres que nos precedieron yo tengo el derecho a decidir este domingo.


 

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