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El Telégrafo

¿Por qué el fracaso de la propuesta Yasuní?

27 de agosto de 2013

Mientras el presidente Rafael Correa anunciaba al país y al mundo el final de la iniciativa Yasuní-ITT, a la mayoría de los ecuatorianos nos hería el dolor. Porque jamás hubiéramos esperado algo semejante. Al contrario. Desde  cuando en el año 2007 nuestro primer magistrado expuso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el compromiso del Ecuador de mantener por tiempo indefinido las reservas de 846 millones de barriles de petróleo bajo tierra, dentro del campo ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), nos sentíamos orgullosos de nuestro país, pues  había sido la nación que puso el ejemplo de renunciar al derecho a explotar ese 20% de sus yacimientos petroleros, ubicados en el Parque Nacional Yasuní, para beneficiar a toda la humanidad. El evidente propósito del Ecuador había sido evitar la emisión de 107 millones de toneladas de CO2, gas que provoca serios cambios climáticos en el planeta.

En esa misma oportunidad, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el año  2007, el presidente Correa propuso que la comunidad internacional contribuyera con 3.600 millones de dólares, equivalentes al 50% de lo que  Ecuador percibiría, en caso de decidirse por la explotación petrolera en el Yasuní, la reserva más importante de biodiversidad que existe en el mundo. Tan inusitada propuesta no solo sorprendió a las naciones extranjeras, sino que las entusiasmó, prometiendo responder a la iniciativa ecuatoriana con significativas aportaciones.

El Plan B del Yasuní parece estar frente a nuestros ojos. Aquella importante reserva petrolera se explotará, en caso de que la Asamblea así lo decidaPero finalmente la comunidad internacional nos falló. ¿Cuál fue la causa? Tal vez los graves problemas económicos que  actualmente la golpean. O quizás el uso del doble discurso que, al parecer, forma parte de la política de aquellas naciones. Y recordemos que el 80% de la contaminación ambiental la originan los 19 países más industrializados del orbe. Pero mientras tanto, debemos considerar también que  algunos de  los miembros de  la Comisión Negociadora del Yasuní no actuaron con la suficiente capacidad y habilidad, o con la necesaria honestidad y lealtad a nuestra patria. ¿Y qué sucedió dentro del Ecuador? La oposición siempre presente en los asuntos del Estado y que, agazapada, permaneció  confrontadora al esfuerzo del Yasuní, encontró en el tema el motivo esperado para politizar el asunto, acosando con fruición a las figuras del Gobierno que formaron parte de la iniciativa que invitó al mundo a sumar esfuerzos en beneficio de la humanidad.

Esa misma oposición, dentro de su estrategia, ha convocado a las organizaciones  del indigenado de nuestra Amazonía y a otros colectivos que desde tiempo atrás se sabe que mensualmente reciben gruesas sumas de dinero provenientes de la CIA, para utilizar a esas agrupaciones nacionales  con el ánimo de provocar serios desmanes en contra de los intereses del Estado, traidores y vendepatria como son, a quienes no les interesa el derecho a vivir en paz que tenemos todos los ciudadanos. Con esto pretenden debilitar la administración gubernamental de Rafael Correa. Así las cosas, el Plan B del Yasuní parece estar frente a los ojos de los ecuatorianos.  Aquella importante reserva petrolera del Ecuador se explotará, en caso de que la Asamblea  lo decida. La ministra del ramo ha asegurado que se garantizará el control ambiental usando las  mejores y más modernas tecnologías. Lorena Tapia afirmó que el Yasuní tiene alrededor de un millón de hectáreas, mientras que el campo ITT unas 200. La afectación del entorno será tan solo del uno por mil, aproximadamente, expresó.

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