Con un nuevo gobierno se viene un nuevo plan de vacunación, un plan que en papel promete vacunar a 9 millones de personas en Ecuador en 100 días. Se lo ha presentado de forma clara, organizada y con objetivos alcanzables, suponiendo que todos estemos dispuestos a colaborar. Pero no todo el peso de cumplimento está sobre los hombros de este gobierno, sino también dependerá de que las farmacéuticas entreguen las dosis en los plazos estipulados. Este último punto es un problema a nivel mundial, y más aún en países como el nuestro que no han recibido prioridad de entrega frente a países ricos.
Una de las cosas que me agrada de este plan es la frase “Nadie se salta la fila, es una decisión técnico-médica, no política”. ¡Por fin! después de quince meses desde que saltaron las alarmas mundiales, en Ecuador se plantea que el manejo de la vacunación va a dejar de ser un tema político, de invitaciones y de palancas, y eso es lo que necesitamos, separar los temas técnicos sobre necesidades básicas como la salud y la educación de la política. Por lo tanto, no es aceptable vaticinar el fracaso del nuevo plan simplemente porque el Sr. Lasso no fue el candidato de su preferencia.
Para que este plan funcione se necesita el apoyo de todos y todas; de la sociedad civil respetando los turnos sin acudir a centros de vacunación con excusas falsas; y de los encargados de las brigadas haciendo procesos de forma eficiente. Adicionalmente, ante el ausentismo sería conveniente establecer una estrategia que permita la optimización en el reparto de los excedentes de las vacunas acorde a los grupos prioritarios de cada fase. Porque no hay que olvidar que no sólo es importante el número de personas vacunadas a diario sino priorizar un suministro de estas vacunas que permita completar la vacunación de sanitarios, adultos mayores, enfermos crónicos, personas con comorbilidades, etc. respetando los lineamientos del plan.
En comparación con otros países, casi todos los ecuatorianos queremos la vacuna, los grupos anti-vacunas que tanto daño hacen a la sociedad, y más en tiempos de pandemia, no sobresalen en nuestro país. En comunidades pequeñas ha sido crucial el apoyo de mujeres que buscan informar a sus vecinos desde evidencia científica y no desde miedos sin fundamento. Esto es bueno.
Si se cumple el plan se logrará el mínimo para alcanzar la inmunidad colectiva en 100 días, aunque lo aconsejable es que se vacune a la mayor cantidad de población posible. Ojalá en este proceso solo sumemos, desde donde a cada uno nos sea posible.