Las investigaciones ecológicas realizadas por el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas de la OEA (Turrialba-Costa Rica) han sido de singular importancia para el conocimiento de los recursos naturales de los trópicos.
En los años sesenta, el Dr. Leslie Holdridge, con el apoyo de científicos de reconocimiento mundial -como Gerardo Budowski y Josep Tosi-, estableció las unidades naturales básicas de investigación de la vegetación, las cuales se denominaron “zonas de vida”. El método se publicó en el texto “Ecología basada en zonas de vida” (1978) y el mapa de zonas de vida del Ecuador se ha obtenido con este método por técnicos nacionales.
«Una zona de vida es un grupo de asociaciones vegetales dentro de una división natural del clima, que se hace teniendo en cuenta las condiciones edáficas y las etapas de sucesión, con una fisonomía similar en cualquier parte del mundo».
En resumen: las asociaciones vegetales dependen de las condiciones climáticas, básicamente pluviosidad y temperatura (cambia de acuerdo a la latitud y altitud sobre el nivel del mar) y la variabilidad de los suelos, factores los cuales se manifiestan en el paisaje. Así el paisaje de una zona seca se parece a otra de igual condición por lejano que esté y, por contraste, se diferencia notablemente del paisaje una zona húmeda por cercana que esté.
En nuestro país, desde el nivel del mar hasta las regiones frías, tenemos todos los pisos climáticos, lo que significa una notable autonomía de oferta de los productos agrícolas de sus diferentes zonas de vida, complementarios entre sí, lo cual garantiza una dieta alimenticia de primera calidad. Esto es fácil de comprobar con las ofertas de productos frescos que encontramos en las rutas de la Costa a la Sierra, demostrando que potencialmente tenemos soberanía alimentaria a distancias muy cortas.
En nuestra agricultura es reconocido que el 95% de alimentos para nuestra seguridad alimentaria proviene de los agricultores más pobres y se cita como paradoja que el 80% de la pobreza reside en los sectores campesinos.
Actualmente la Constitución del Ecuador tiene como mandato la soberanía alimentaria, lo cual favorece la posibilidad de campañas vigorosas para adiestramiento de capacitadores y la organización de los pequeños productores, los cuales, provistos de equipos de modernización agrícola adecuada, optimizarán la productividad, ya que las condiciones naturales nos favorecen generosamente y es urgente mejorar la calidad de vida campesina.