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El Telégrafo

Pillados in fraganti

29 de julio de 2012

Veo en la ciudad violencia y discordia: en su recinto crimen e injusticia, dentro de ella calamidades; no se apartan de su plaza la crueldad y el engaño.

No son palabras mías; fueron escritas muchos siglos a.C. por uno de los autores de los Salmos de la Biblia.  Pertenecen al Salmo 55, o sea que la inseguridad es fenómeno que viene desde tiempos bíblicos, globalizada en nuestros días,  no es exclusiva de un determinado país. Es irresponsable imputarla solo al gobernante de turno.

Entre nosotros, las causas son múltiples, pero hay una, paradójicamente, achacable al sistema jurídico. Como lo denunció el presidente Rafael Correa en uno de sus enlaces ciudadanos, refiriéndose  a la actuación judicial en diferentes delitos cometidos en flagrancia, y a la impunidad en el delito de tenencia ilegal de armas. Vale recordarlo: desde enero 2011 a abril 2012 ha habido en Ecuador 4.643 detenciones en flagrancia, de las cuales salieron en libertad 2.479 personas, o sea el 53,40% de los detenidos luego de la audiencia de calificación de flagrancia.

En cuanto a la impunidad en el delito de tenencia ilegal de armas, el total de detenidos durante 2011 fue 327, de los cuales 211 obtuvieron libertad inmediata y solo 116 prisión preventiva. De estos, 74 fueron sobreseídos y solo hubo  ratificación de prisión para 42. O sea que 13% fue detenido  con orden de prisión y 87% quedó libre.

El presidente Correa dio a conocer la lista de ocho jueces que más libertades han otorgado por delitos flagrantes como muestra de corrupción judicial. ¿Estarán en prisión?

También en Colombia, por desgracia, como informó la periodista Salud Hernández Mora, “no solo hay jueces incompetentes, también fiscales. Tres de ellos decidieron dejar libres a cinco miembros de una terrible banda de atracadores que opera en varios puntos de Bogotá.

La Policía y varias cámaras de seguridad los pillaron en flagrancia, pero eso no fue suficiente. Regresaron a la calle y este miércoles las autoridades anunciaron diez millones de recompensa por cada uno”. Y concluye: “Pienso que los fiscales deberían pagar de su bolsillo esa plata, además de indemnizar a las víctimas de los asaltos que protagonicen los cinco angelitos hasta que los vuelvan a apresar”.

Me adhiero a su comentario respecto a casos similares en Ecuador. Y añado que sería lógico procesar a jueces cómplices. Cuán cierto es que la justicia en nuestros países tarda pero no llega. Y si llega, la víctima y el victimario reciben la noticia en la tumba. La reestructuración de la justicia  es para cambiar este estado de cosas.

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